
LA RADIO DE LA NOCHE
SI ESTÁS DESPIERTO LLÁMAME
- Bienvenidos a “Si estás despierto llámame” un programa donde vosotros tenéis la palabra, aquí os escuchamos, os entretenemos y os ponemos vuestra música favorita. Hoy Lunes dieciocho de Abril ya estamos en semana santa, muchos seguro que nos oirán desde las carreteras viajando a su lugar de descanso, no se olviden de parar cada tres horas y de ir con cuidado al volante. Bien amigos, me dicen que ya tenemos la primera llamado.¿ Si… amigo o amiga? ¿con quien hablo?
Al otro lado del hilo telefónico, una voz femenina, melancólica hablaba al locutor.
-Buenas noches Alberto.
-Buenas noches ¿Desde dónde nos llama amiga?
-Eso no importa, estoy en un sitio lúgubre y húmedo.
El locutor insiste
-Perdona amiga, las normas son las que son, me ha de decir desde donde llama.
-Bien, no me importa, te hablo desde Barcelona
-¿Qué deseas amiga de Barcelona?
-Necesito hablar con alguien, no puedo más
-Tranquila, estamos aquí para escucharte.
-Quiero dejar a mi marido, me maltrata, y tengo miedo.
-¿Lo has denunciado?
-No me atrevo, me matará. Cuando nos casamos todo iba bien; pero al nacer nuestro primer hijo, empezó a cambiar, se enfadaba por todo, decía que lo tenía abandonado, y que sólo estaba pendiente del niño. Le daban ataques de furia, tiraba la comida y cuando se hartaba me golpeaba a mí. Yo tenía miedo por el niño, no quería que le hiciera daño. Él, al cabo de un rato se arrepentía y pedía que le perdonara; pero después volvía a lo mismo. Ahora, estoy con mi hijo escondida en un lugar que él no me encontrará; pero el pánico me invade.
Alberto no podía creer lo que le estaba sucediendo; había oído de todo; pero esto le superaba, debía de tomar cartas en el asunto.
-Amiga, tranquilízate, dime donde estás, si quieres a micrófono cerrado, y te irán a ayudar.
- ¡No, no, me encontrará! Yo sólo quiero desahogarme, que me escuchen, sólo quiero eso.
-Bueno; pero necesitas a alguien que te diga el camino que has de seguir, deja que te echemos una mano.
De pronto, colgaron el teléfono, y una sensación de impotencia invadió el cuerpo de Alberto, no podía dejar aquella mujer así después de todo lo que sabía; aunque debía seguir el programa, la audiencia mandaba y seguro que detrás del teléfono otras personas esperaban para contar sus problemas. Descolgó y efectivamente otro amigo estaba detrás del hilo, también necesitaba hablar, como todos los oyentes que llamaron hasta el amanecer. Cuando acabó el programa, Alberto ya no se acordaba de la primera persona que llamó desesperada por su situación, todos los demás la hicieron desaparecer de su pensamiento, su caso era como el de tantas otras mujeres que mueren en el anonimato de la noche. Mañana sería otro día, donde Alberto cogería el micrófono y esperaría ansioso las llamadas de los oyentes para mantener la audiencia de cada noche.