¡BRAGAS, CUATRO EUROS!
Hace dos meses le compré la parada de ropa a la prima. No está mal; pero no vendo mucho, no sé si es que no sirvo para esto o qué pasa. Los madrugones es lo que me mata, ya sabes que a mí no me gusta levantarme tan temprano, no puedo con mi cuerpo y además me pongo de mala leche. Cuando acabo de montar aquel trasto, comienza a pasar gente que mira y mira; pero ¡puñeta! no compra. Yo hago como la prima, empiezo a gritar: Baratooo, dos euros una bata. Compra, guapa, si no te gusta te devuelvo el dinero. Oye, ni así, aunque voy aprendiendo, te lo prometo y a veces algo vendo. Lo que me molesta es cuando vienen algunas tipas que se prueban y se prueban y te dicen: No tienes de color azul con florecitas rosas. Y como precisamente de esas no me quedan, después de hacerme perder el tiempo, se largan. Y la que se lleva algo y a la otra semana lo trae porque no le acababa de gustar; vaya lata. Le digo de cambiarlo por otra cosa; aunque si no quiere toca aguantarse y devolverle el dinero, qué le vamos a hacer.
Lo bueno de este oficio es que consigues muchas amistades que me dan muy buenos consejos, como la de las cacerolas, o el churrero —este es el mejor, unos buenos churros con chocolate despiertan a un muerto—. ¡Ah! y también la de las hierbas naturales, que siempre me está recomendando una nueva para no sé qué dolor. Lo que no me gusta demasiado es el ser tan nómada, ir montando y desmontando la paradeta, y luego hay pueblos y pueblos, en algunos la gente es más propensa a la compra y en otros solo les gusta chafardear.
De todas maneras estoy contenta por la independencia que tengo, soy la dueña de mi propio negocio; y si algún día no me interesa, pues lo vendo y ya está, ya vendrán tiempos mejores.
9 comentarios:
Es dura, la venta ambulante, e ingrata, pero como para todo, te tiene que gustar, el mercadeo no tiene nada de divertido, si llueve no trabajas, el comprador te regatea por qué piensa que le estas engañando, la condición de puesto ambulante, parece que da licencia de hurto a los descuideros que los frecuentan, en fin dura muy dura.
Así es que, anímate o piénsatelo dos veces.
Un abrazo
Uff, no sólo eso, Alfredo, un hombre nos pidió que vigilasemos su furgoneta, contenía todo su género.¿Y sabes de qué tenía miedo? De los vecinos (era gitano. Lo que menos pensaba yo es que pudiera tener miedo del medio pariente de al lado.
Mari Carmen, me parece una buena historia, pisando el suelo del mercadillo.
Me ha resultado casi mágico leer tu relato, pues si lees algún comentario que han dejado en el mío, verás que también me dan consejos.
Un saludo.
Me ha gustardo tu realto, es fresco y real. Que torutura para la pobre, pero se ve que tiene buena resignación. Un beso
Los gajes del oficio, si que es dura la vida del feriante, y en estas épocas de crisis financiera aún más.
Lindo relato.
Saludos.
Gracias por vuestros comentarios, es verdad que esto del mercadillo ha de ser duro; pero a la vez psicológico, porque te hace conocer gente de muchos lugares.
Un abrazo
carmen andujar, hay una tendera que viene a mi puebl0 cada martes si y cada martes tambien. ella tiene una hija al men0s. ella, de ell0 me entere c0n le tiemp0, tiene 0 tuv0 un marid0, si tuv0, un marid0 que muri0 p0r la dr0ga...vam0s que n0 le servia para much0 en cuant0 a salir ec0n0micamente para adelante...ella..a ella me he rec0rdad0 este relat0...siempre que viene l0s martes tiene mis buen0s dias...siempre...n0 se, me cae bien y es0 que s0l0 la d0y l0s buen0s dias...cre0q ue ella es independiente...
medi bes0.
duro equlibrio entre el sacrificio de los madrugones,las mañas de la clientela y la independencia del trabajo.
ramos de cariñitos,hoy gardenias
....me gustó eso de que te dan buenos consejos...tal vez por eso valga la pena, en fin, veremos. un besote desde el sur.
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