El País de Nunca Jamás de Peter Pan.
Peter Pan no había regresado desde que se despidió de
Wendy, estaba muy bien en el país de
Nunca Jamás, a pesar de Garfio y todos sus secuaces. Wendy aceptó su nueva
situación, debía de crecer, era lo normal;
pero yo, que era muy amiga suya, después de contarme su historia, no
tenía nada claro el quedarme en este lugar, hostil y lleno de problemas. Ella
tomó su decisión y yo tomaría la mía, tenía once años, ya me decían que era
mayor; sin embargo no estaba dispuesta a
crecer, ser responsable y todo eso. Estaba convencida que Peter volvería, lo
intuía y lo pedía cada noche, y así fue. Una noche sentí un golpe en la
ventana, me levanté y a través del vidrio lo vi, era tal como lo describió
Wendy, el pelo naranja, su traje verde, sus zapatillas puntiagudas y sus orejas
de punta. Si, era él. Abrí la ventana, me dio la mano y solo dijo: -No tengas
miedo. Salté y comencé a volar, a volar al país de Nunca Jamás, donde me
esperaban los niños perdidos, los que
nunca crecían, y lo más bonito, conocería a Campanilla, a la que le
dejaría claro desde el primer momento que entre Peter y yo, nunca habría nada.
Me recibieron como una más, con sus juegos y sus ganas de disfrutar de la
vida; aunque también me hicieron notar que todo no era de color de rosa, Garfio
parecía vencido, pero en cualquier momento podía volver. En cualquier caso no
me importaba. Nunca, nunca regresaría al mundo real.
Mientras pensaba estas palabras, cuando de pronto me tocaron la espalda, y para mi
sorpresa comprobé que eran mis padres. ¿Cómo habrían llegado hasta allí? Sospechaban desde el primer momento, y
hablaron con Wendy, que se quedó atónita, jamás hubiera pensado que llegaría a
estos extremos. Después del impacto, decidió intentar contactar con Peter. Lo consiguió y éste accedió a
llevarlos a Nunca Jamás, porque
cualquier cosa que le propusiera Wendy iba a misa; aunque él no estuviera
convencido. Me dijeron:
--Si tú renuncias a crecer, nosotros no podemos renunciar a ti, nunca, y si
para ello debemos de estar aquí, estaremos pase lo que pase.
Después de meditar, llegué a la conclusión que si mis padres eran capaces
de sacrificarse así, yo no me podía quedar, ellos eran lo más importante, y
ahora lo comprendía, ellos no eran mis enemigos y siempre estarían allí para
ayudarme a crecer y a lo que fuera.
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17 comentarios:
Bonita histori de entrega, me ha gustado mucho.
Ahí están los padres siempre, en general, aunque a veces nos empeñemos en hacerlos nuestros enemigos...me ha encantado el giro de la historia...
Besos y gracias por participar...
Cuando empecé a leer no se me asomó para nada la idea del final..Que bonita forma de demostrar amor, y es que con esta historia has dejado claro que no hay ningún lugar mejor que el que nos brinda la familia, y sobre todo, nadie es mejor compañero de vida que nuestros padres..Voy a tener que robar tu creación para contárselas a mis hijos y nietos..bss..
Siempre hay alguien que no te suelta de la mano... Ni aunque crezcas.
Bella historia.
Un beso.
Bonita historia, yo siempre soñé con ir a Nunca jamas, pero seguro que como tu hubiese regresado con mis padres. Me encanta.
Gracias Max,Molí, Dijo, Mirella y Tracy. Los padres siempre están ahí y no nos damos cuenta muchas veces, ellos son los mayores altruistas del mundo.
Un abrazo
Niños a la fuga que al final vuelven a casa. Yo conozco a unos cuantos que de pequeño lo intentaron, incluso alguno que lo consiguió...
Un saludo.
Bonita historia,no imaginaba el final, creía que los padres se quedarían en el País de Nunca Jamás.
Un beso
Hay personas, amores, incondicionales en la vida... por suerte.
Un beso.
Muy buena historia con un final de sorpresa. Cuántos querríamos vivir siempre como niños.
Besos
Gracias Pitxi, Alma, Leonor y Charo. Es verdad muchos de nosotros hemos tenido esos pensamientos de no crecer alguna vez.
Un abrazo
Precioso paseo el que nos has regalado por ese mundo de ensueños. Me ha hecho gracia el detalle de querer aclararle desde el principio a Campanita que con Peter, no pensabas tener "nada" jeje
Un abrazo
Desde luego es difícil hacerse mayor, aunque en el fondo siempre llevamos algo de niño en nuestro interior hasta el último día de nuestra existencia. Saludos
Ambas decisiones implicaban algún sacrificio, algún renunciamiento.
No todos los padres se comportan como los de tu relato.
Un abrazo.
A veces pienso Carmen, que pagamos un altísimo precio por crecer y madurar. Ese precio es la pérdida o adormecimiento de la inocencia. Y pienso también si merece la pena. ¿No sería posible crecer y madurar al tiempo que conservamos intacta la capacidad de fabular, de soñar, de asombro ante lo nuevo, en definitiva crecer si, pero conservando la inocencia? A menudo entiendo a Peter Pan y quise y quiero mucho a una persona que se fué de este mundo habiendo mantenido intacto para sí el espíritu de Peter Pan.
Un abrazo.
Tu relato nos manda un gran mensaje sin duda, los padres, siempre, a pesar de las idas y venidas de los hijos, a pesar de los desacuerdos entre todos, son un ancla donde agarrarse siempre, son quienes mejor nos cuidan desde que pegamos el primer grito al venir al mundo. Son los únicos que siempre están y que nunca fallan ni nos dejan solos....
Me ha encantado esta adaptación de Peter Pan y el mundo de nunca jamás.
Sabes algo? Yo de niña quería ir pero para ir al lado de Garfio, es que debo tener alma de pirata en el fondo...
Besines...
Gracias Neo, si, lo de Campanilla mejor dejarlo claro, que ella es un poco celosilla.
Gracias Maribel, la verdad es que si que cuesta, porque se pierden muchas cosas en el camino; aunque se ganan otras.
Gracias Demiurgo. Si, es verdad que requerían un sacrificio; sin embargo creo que el sacrificio es mayor.
Gracias Pepe. Estoy de acuerdo contigo, no deberiamos perder parte de esa inocencia, nos iría mejor.
Gracias Perla, los padres siempre estarán cuando se les necesita.
Un abrazo
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