El aburrimiento era algo que
verdaderamente afectaba a Marta. Y Su vida laboral no le ayudaba mucho,
trabajaba en una oficina de auxiliar administrativa y las horas se le pasaban
repasando facturas. Tenía que estar concentrada, eso si; no se podía equivocar,
las cuentas habían de cuadrar, sino su trabajo peligraba. Los días
pasaban lentos, incluso sus compañeros
tampoco eran la alegría de la huerta, por lo que el único escape que le quedaba
era un curso de bailes de salón que se apuntó, por aquello de aprender cosas
nuevas.
Un día llegó como siempre a la oficina y se encontró a sus
compañeros cuchicheando formando un corro. La verdad es que se extrañó bastante
porque estos no se movían del asiento, así ardiera Troya. Se acercó y le
explicaron que habían echado a un compañero con la excusa de que la empresa-
que por cierto era de neumáticos- no iba muy bien, debían de reducir personal,
y le tocó a él ser el primero, ya que fue el
último en llegar. Marta les sugirió que quizás iba siendo hora de
moverse un poco y que mejor motivo que ayudar a un compañero; sin embargo se
encontró sola en el intento, decían que tenían miedo y de ahí no los sacó. Ella
sola no podía hacer nada, estaba claro. Todo el día se lo pasó pensando en ese
pobre, y se llevó el recuerdo a casa. El día siguiente se presentaba igual que
los anteriores, y así discurría; pero a eso de las diez de la mañana, oyeron
una explosión, todos se miraron y nadie reaccionaba. Marta se levantó y se
dirigió al despacho del jefe, porque de allí vino el ruido. Cuando abrió la
puerta la escena le dejó horrorizada, su compañero con una escopeta de caza en
la mano y el jefe tirado en el suelo con un tiro en la cabeza. Gritó asustada y
enseguida cerró la puerta, la próxima sería ella, los demás menos mal que
reaccionaron, pusieron mesas y sillas en la puerta para que no pasase. Un tiro
atravesó la puerta, pasó por encima de sus cabezas y quedó incrustado en la
pared. Llamaron a la policía y en pocos minutos se presentó. Costó que se
rindiera; pero un mediador con paciencia lo logró, y esposado se lo llevaron a
la comisaría.
Después de este día, Marta pensó:
¡Viva el aburrimiento!
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19 comentarios:
No es una buena manera de salir de la rutina.
Bien escrito.
Caray ¿Qué ha pasado por aquí que hoy leemos un thriller?
Buena idea, escalofriante pero buena :))
Abrazo.
Bien llevado, a lo que hoy ocurre en muchos frentes. La idea de Marta, era buena. la solidaridad siempre ayuda, pero es difícil de concertarla, la gente prefiere sentarse a cuchichear... eso sí que es grisura y pico!!!
Me gustó el tono que utilizaste hoy.
Intenso.
besos
No es buena la manera; pero si impactante. Gracias Demiurgo, Censu y Casss.
Un abrazo
Como dice Casss, parece que hemos cambiado de estilo. Muy trágico.
Un beso.
Creo que el aburrimiento de esa oficina, terminó padeciendo un shock trágico. La pena es tener que llegar a ese extremo para reaccionar ante las cosas que verdaderamente merecen ser atendidas. Siento que Marta sabía bien, cómo amenizar la vida, y más aún, tenía ideas de condescendencia y solidaridad, lo que sus compañeros no. Esa es la insipidez que más molesta, la de no jugarse por causas que valgan la pena, lavarse las manos y conformarse con lo que se da.
Muy bien expuesto tu relato Carmen.
Besos!
Gaby*
Buah, menuda historia. Y lo malo es que la desesperación puede propiciar esas cosas.
Un beso
Mejor seguir en la rutina. En cuanto al poco compañerismo es algo que está a la orden del día porque nadie quiere perder su trabajo con lo crudo que está el mercado laboral.
besos
Gracias Fabián, Leonor,Gaby y Valaf. Si fue muy trágico; pero igual est les hizo reaccionar.
Un abrazo
Algo me ha quedado muy clarito. Ese jefe no tendrá ocasión de despedir a nadie más. Y el próximo se lo pensará dos veces antes de tomar una decisión de esa naturaleza.
Un fuerte abrazo.
No hay que llegar a esos extremos para romper la rutina pero la desesperación nubla la razón.
Un beso
Pues sí, a veces el aburrimiento, la rutina, a veces es preferible que sucesos como el que narras. Lo perverso es que estén dándose tantos casos que motivas acciones desesperadas como la que narras.
Besos.
A veces es mejor aburrirse, lo contrario puede ser peor. Gracias Pepe, Juan Carlos y Rosa.
Un abrazo
Ya se sabe, el mejor antídoto para la insipidez en un despido a tiempo, claro si es a otro mejor. Por un momento pensé que había reventado en neumático... me engañaste.
Besos
Es lo que tiene trabajar en un lugar donde los puestos están tan definidos que no hay más que eso, trabajo. Lo mismo acercarse al compañero hubiera servido o no...
Vaya final!! hay que despertar a la marabunta que nos tiene sumido en el silencio :)
Besos!!
Pues sí muchas veces es mejor la cotidianeidad que sabemos que no produce sobresaltos.
Tremenda forma de romper con la vida insípida, desde luego mejor seguir dentro de la rutina. Agil forma de contar Carmen.
Un abrazo.
Ahh! eso es patear el tablero en serio! nunca se sabe cual es el limite de lo tolerable para ciertas personas, a veces se tira de la cuerda demasiado..y se rompe lógicamente, y no nos damos cuenta de que estamos tirando de la cuerda, hasta que pasa lo inexplicable, y uno se pregunta: ¿pero como paso?...en fín, muy buen relato Carmen, que final!, ante esto la verdad es que a veces uno se dice: mejor me quedo en esta vida donde no pasa nada!
Abrazo Carmen
¡Qué divertido, tuvo en un día la dosis de acción como para 10 años! Así son de relativas las cosas, hay quienes ruegan por llevar una vida aburrida...
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