Abdel nunca hubiera pensado en
marcharse de su país, Siria; pero no podía más, las bombas resonando a cada momento,
edificios destrozados, su vida era un auténtico suplicio, el peligro le rodeaba
a él y su familia. Amigos suyos los habían
asesinado por no convertirse al Islam. Era imposible quedarse más tiempo allí.,
así que cogió todo lo que le era imprescindible y con su hija de cuatro años y
su mujer, emprendió un viaje en una barca hacia las islas griegas. Les costó
tres mil euros; aunque no le importaba, su vida corría más peligro quedándose.
Aquellos tipos les dejaron solos, nada más les comentaron como iba la barca y
después de cobrar salieron corriendo. El viaje duró poco, porque en medio del océano se les
paró el motor. Por suerte uno de los compañeros consiguió ponerse en contacto –
gracias a su móvil- con un barco, que logró socorrerlos. No empezó muy bien el
viaje; pero no se iban a dar por vencidos. En aquellas islas también se notaba
pobreza, no se quedarían allí, su objetivo era Alemania. Después de horas y
peripecias llegaron a la frontera de Hungría. Allí les dijeron que no eran
bienvenidos, que regresaran; pero no lo harían, sólo querían ponerse a salvo,
¿qué se habían creído? Tenían los papeles, subirían a ese tren por mucho que se
negaran; ellos tenían derecho a una vida mejor. Abdel nunca imaginó que esa Europa, tanto que se
las daba de abogar por los derechos humanos, les dieran con la puerta en las
narices.
Después de días en aquellos
campos infectos, por fin consiguieron subir en el tren que les llevaría hacia
su sueño, Berlín.
Ya estaban allí y la gente les
ayudaba, los llevaron a un centro de acogida, les dieron ropa limpia, se
ducharon y cenaron.
Allí, asomados en la ventana,
observaban la ciudad, su nueva vida. Un futuro incierto por el que estaban
dispuestos a luchar y convertirse en ciudadanos de pleno derecho.
MÁS REFUGIADOS EN CASA DE NIEVES
18 comentarios:
Un viaje emprendido con un equipaje lleno de esperanza, porque en su tierra solo queda la sombra de la muerte.
Un saludo.
Carmen Andújar. una historia que bien puede ser cierta, pero que no es indicativa de la suerte que tiene la mayoria.
Me ha gustado mucho comoahs tratado el tema.
Hoy que estamos en otoño temando unfuerte abarazo que no molesta con este fresquito reparador.
Espero que tu historia haga eco en miles de refugiados y logren encontrar un asilo donde empezar de nuevo sin el horror que viven en su país...que la suerte los acompañe a todos...bss
Estas odiseas no pertenecen a este siglo, no se puede jugar con las personas y ya que ninguno hemos hecho nada, que nadie se ponga medallas. Un abrazo
Ojalá cada historia de cada una de las personas que huyen de Siria tengan un final como el que tú nos cuentas, que a pesar de las dificultades puedan llegar a salvar la vida y no quedar a medio camino... ojalá...
Un relato muy, muy real...
Besines...
Gracias Perla, Ester, Mirella, Montserrat y Pikxi. Estamos demostrando que aún tenemos muchos perjuicios, en toda esta Europa tan moderna.
Un abrazo
Ojalá nunca hubieran tenido que abandonar su casa pero creo que no estamos preparados, a pesar de todo, para algo así.
Es triste la vida cuando en realidad, es para vivirla.
Besos.
A pesar de lo duro del camino Abdel tuvo suerte, no como otros, pero todos experimentaron que la vieja Europa no actuaba conforme ellos habían imaginado.
Gracias Tracy y dijo. A todos les queda muchas espinas por sacar y mucho camino por recorrer, esperemos que al final estemos a la altura.
Un abrazo
Ojala todos los recugiados sirios lleguen a cumplir su sueño como Abdel y su familia. Europa es egoista y no tiene memoria, en el fondo sera mas lo que recibiremos de los que huyen que lo que podemos ofrecerles. Son mucho mas ricos que nosotros en muchos aspectos. Me ha gustado mucho, besos.
Ojala todos los recugiados sirios lleguen a cumplir su sueño como Abdel y su familia. Europa es egoista y no tiene memoria, en el fondo sera mas lo que recibiremos de los que huyen que lo que podemos ofrecerles. Son mucho mas ricos que nosotros en muchos aspectos. Me ha gustado mucho, besos.
Hola Carmen. Son las noticias que nos asolan desde hace ya muchos días desde las pantallas de la televisión, como también los emigrantes que se desollan la piel con las concertinas con que cierran las fronteras estos países europeos que se dicen de los Derechos Humanos, buscando un futuro que no tienen en sus lugares de origen. El mundo parece haberse deshumanizado de una manera total. Afortunadamente también hay quienes, como Abdel y su familia, logran alcanzar ese lugar ansiado y soñar con tener un futuro.
Un abrazo
Al menos ellos lograron contar su historia... cuántos habrán muerto en el intento de escapar!... todos merecemos, por el hecho de ser humanos, el derecho a soñar y a querer hacer realidad ese sueño.
Un abrazo
Es la historia de medio mundo, el problema es que el otro medio, no se pone de acuerdo. Demasiados intereses en juego, demasiado poder institucionalizado, demasiada mala leche de la raza "superior"
Buen testimonio.
Besos
Te has puesto en su piel. Lo vemos cada día, entran las imágenes de la desesperación a través de los períodicos, de la televión, Las vivimos con horror pensandonos ellos, ojala nadie viviera tremenda situación, allí o aquí.
Besos.
Buenas tardes, Carmen:
A la vez que te felicito por la calidad de tu relato, te agradezco su final positivo: gracias por ayudarnos a mantener viva la esperanza.
¿Europa? Europa está muerta, al menos su corazón no late, vació de sentimientos e infartado de economía.
Un fuerte abrazo agradecido, Carmen.
Me llama la atención como en medio de un drama como este hay gente tan asquerosa que decida hacer negocio, p.ej. esos que alquilan barcas. Tu historia tiene un gratificante final que ojalá tengan todas las próximas historias semejantes.
Besos.
La tan manida frase de "La vieja Europa", es lamentablemente muy cierta. Europa está vieja o al menos así la considero. Está falta de los valores de los que siempre ha presumido, los fué dejando por el camino, sometida al poder financiero. Esa vejez la estamos padeciendo muchos ciudadanos europeos y ahora también los miles de personas que huyendo de la barbarie, de los fanatismos religiosos, de la guerra, acuden a nosotros en busca de solidaridad. Si, ciertamente Europa está vieja.
Un abrazo.
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