ESTE JUEVES...RELATO

                                                        SUCEDIO A BORDO

Los que me conocéis, sabéis que mi miedo a  volar es algo visceral, un sin sentido; pero es así, y es por esa razón que hacemos  largos viajes en coche. Uno de los más largos fue a Alemania. Mi marido estaba haciendo un curso de alemán, porque como sabréis la Wolsvagen es la jefa de la SEAT y aprovechando los dos meses de verano, allí que nos fuimos para que practicara. Mis hijas eran pequeñas, dos y seis años y hicimos el viaje en dos etapas, una hasta uno de los primeros pueblos de Alemania, Friburgo. La pobres niñas estaban cansadísimas, cogimos un hotel de carretera y nos dispusimos a cenar. Andrés dominaba poco el alemán y hacía lo que podía. Nosotros casi siempre bebemos agua con la comida y la pidió sin gas; pero la que nos trajeron tenía, y no hubo manera de que le entendieran; aunque nos traían alguna con poco gas siempre tenía algo, al final desistimos. Después nos enteramos que debiamos de haberla pedido del grifo, era la única manera; pero como no teníamos idea, pagamos la novatada. 

Lo que más me gustaba de ir en coche era el parar en las áreas de servicio, sobre todo en Alemania, no se pagaba en las autopistas y aún así disponían de todas las comodidades, hasta en los baños se escuchaba música, decorados con unos pececitos de lo más originales. Siempre va bien estar relajada en esos casos. También me llamó mucho la atención los innumerables lugares para parar el coche en medio de la autovía, por si surgía alguna necesidad, cosa que aquí brillaba por su ausencia.

El viaje fue largo y cansado; pero muy enriquecedor. Poníamos casettes  de canciones infantiles, jugábamos al veo a veo y de vez en cuando se oía alguna niña que decía:¿Cuánto falta? aunque las entreteníamos y pronto se les pasaba el aburrimiento, y por fin llegamos a nuestro destino, unas casitas de madera con todas las comodidades posibles, rodeados de mucha naturaleza. Fue una experiencia inolvidable.

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