LA CLAVE
A María lo de las supersticiones la llevaban por el camino
de la amargura, y todo porque cuando cumplió dieciocho años pasó por debajo de
una escalera, y al cabo de dos metros tropezó con un escalón y se rompió una
pierna, casualidad, desgracia, culpa de
la escalera, no se sabía; pero lo más sencillo era creer en la superchería, si,
lo más fácil, especialmente si antes se topó con un gato negro con el pelo
erizado, que pasó corriendo por su lado y casi le hace caer, y emitió un marramiau espantoso que le hizo presagiar
lo peor. Bueno, pero romperse una pierna no era tan grave, si no hubiera
sido porque cuando salió del hospital
fue un martes trece, cosa que no le hizo mucha gracia; pero prefirió no pensar,
no podría tener tanta mala suerte. Llegó a su casa con las dos muletas, le
quedaba un largo camino para volver a caminar con soltura. Cuando abrió la
puerta notó algo extraño, no podía ser, todo estaba desordenado, alguien entró
mientras ella no estaba, le revolvieron el piso buscando algo. El ordenador
desapareció, ¿y ahora que haría? En él se encontraban muchos documentos de los
cuales no hizo copias.
Caminando a saltitos se acercó al teléfono y
llamó a la policía sin mucha convicción, no confiaba en recuperar su ordenador;
aunque, ¿qué otra cosa podría hacer?.
Comenzó a hacer rehabilitación y
pronto estuvo recuperada, las cosas se empezaban a arreglar; pero también era
verdad que de momento no se puso en su
camino ninguna de las cosas que supuestamente
dan mala suerte. De su ordenador, ni una sola noticia, el rastro se perdió, él
que lo robó sabía bien lo que hacía, aquellos documentos contenían algo que
nunca se debía saber. De todas maneras pensaba que la clave de acceso les sería
muy difícil de descubrir, y sin ella el llegar a los documentos era imposible.
Pasaron los meses y un día en un
mercado de segunda mano, se fijó en un ordenador que se parecía mucho al suyo,
lo miró y remiró, y detrás se dio cuenta que en la parte de abajo conservaba
una marca que sin querer ella le hizo con un destornillador, intentando
abrirlo; pero como estaba en una parte poco visible, decidió dejarlo. Ahora estaba segura que era el suyo; les
preguntó el precio y lo compró. Llegó a su casa emocionada, lo enchufó y lo
encendió, estiró los dedos y puso la clave “Trébol 4 hojas”… y la pantalla le mostró un: “Bienvenida María”.
Ella sabía que no lo descubrirían y se cansarían, los documentos estaban
intactos como los dejó. Esta vez la superstición le sirvió y mucho. Quién sabe,
quizás hay más cosas detrás de estas
leyendas de las que nos imaginamos ¿O no?
24 comentarios:
Me ha enganchado el relato,no podia parar de leer para saber que pasaba con Maria,lo que quiere decir que... Te has currado un buen relato. Un beso.
Pobre Maria, Una de cal o otra de arena...Al final, el trebol le sonrió. Muy entretenido. Un besito
Pues me ha encantado, Carmen, porque al final, tanta mala suerte no tenía, ¿no? ya es increíble encontrar tu mismo ordenador e intacto.
Un abrazo.
Mira tú lo afortunada que fue la chica al final. Está bien tener de tanto en tanto esas alegrías, la pobre.
Besito y cafelito, compi.
¡Yo también sería supersticiosa si se me hubieran encadenado tantas desgracias! Encantador relato. Un abrazo, carmen.
Gracias Cristina,Maru, Juji, Censuras y Isabel. He intentado que sorprenda un poco al final, por aquello de que a veces pasan cosas que ni nosotros entendemos.
Un abrazo a todos y todas
No hay peor suerte del que se ata al carro de las supercherías jejeje...pobre mujer, al menos luego de tantas desgracias, algo pudo rescatar como positivo!
Un abrazo.
Pobre pero al final mira por donde la suerte llamo a su puerta, mejor dicho el ordenador volvio a sus manos..
Muy buen relato.
Besitos
Pobre María, que mala suerte tuvo la pobre, y encima acumulativa, una tras otra. Menos mal que al menos se pudo arreglar al menos lo de los documentos.
Un relato muy entretenido.
Un abrazo
Más que nada veo un golpe de suerte que se puede deber a sus supersticiones, encontrar tu ordenador en un mercadillo, lo es.
Sobre supersticiones, ¿que te digo?, mi hija mayor nación un martes 13, no creo en ellas, siempre y cuando no derrames sal en mi presencia, jeje.
Besos.
¿Influyeron todos esos signos de negatividad en el hecho de que María se rompiera una pierna?. La lógica nos dicta que no, que no influyeron. Sin embargo, la realidad es que la pierna terminó rota y eso, a María, le dió que pensar. Unamos a esta circunstancia el que perdiera su ordenador y tendremos una fervorosa creyente en todo tipo de maleficios. Seguramente, la casi milagrosa aparición de su ordenador meses más tarde, la hará creer con igual fuerza en los signos de suerte, como ese trebol. Ni los unos ni los otros tienen razón de ser. No resistirían el más básico análisis lógico, a no ser por la ingenuidad y credulidad de tu protagonista.
Un abrazo.
sabes, no hace mucho tiempo me perceté de que la ...de que todo está íntimamente conectado...aquello de que si una mariposa aletea en un lugar x ese aleteo se puede convertir en un uracán...
todo,absolutamente todo está interonectado. y sin embargo somos incapaces de poderlo detectar....es debido a ello que puedo decirte que sí, que si al apsar por debajo de una escalera en un martes y trece y habiendo visto un gato negro...sí, ten por seguro que se puede dar...
por cierto, me gustaría destacar la jocosidad de tu texto...y así lo hago, qué demonios...
medio beso.
Ya no podré poner esa clave en mi computadora, con esto de los jueves, tiene mucha difusión y será fácil descubrirla...
De terca que soy, trato de no creer en la mala suerte y rechazar todo lo que viene por ese lado, aunque de verdad, mirá que hay cosas que me pasan y no encuentro explicación.... Eso sí, también mi hijo mejor nació un martes 13 y su presencia siempre ha sido un buen amuleto en mi vida: tiene unos ojos verdes como el gato negro de Pepe...
Un relato entretenido Carmen, espero que abril termine con muy buena suerte para tí.
Así es la suerte, una de cal y otra de arena, eso pienso yo, creo que después de un golpe de buena sueerte detrás viene uno de mala, y al revés. Fijate eso lo pienso inconscientemente.
Un abrazo.
Bueno al final de todos los entuertos y malas situaciones, consiguio encontrar su ordenador, la ley de la equidad: una buena y una mala....Besos guapa, y muy bueno tu relato.
ya ves que para algunos solo la palabra trevol de cuatro hojas de muy buena suerte a pesar de toda la mala suerte que se puede tener jajaja
Hola, Carmen.
Tu relato ha sido muy grato de leer y de esos que empiezas y buscas ansiosa el final. Me ha encantado.
Un abrazo.
Maat
Todas las fatalidades juntas en un principio... como para no creer en superchería! El final, insospechado, por fin, le da un respiro a María, y cómo no, si los tréboles de cuatro hojas dan suerte! Entonces es creer o reventar (como solemos decir por acá).
Muy buen relato, donde todo se hila de manera casi mágica!
Besos al vuelo!
Gaby*
Bueno a esta Maria la cosa no le fué tan mal, al final ese trebol le trajo suerte y mucha.
Besos.
Gracias Neo, Gabi, San, Maria, Gus, Primavera, José, Juan Carlos,Pepe, Cas, Encarni, Alma y Maat. Bueno como esto de los ordenadores está tan de moda, me ha salido un poco relato de espías y supersticiosos, y como yo me gustan los finales felices, pues, así ha acabado.
Un abrazo a todos y todas
Un buen repaso por las situaciones que "supuestamente" nos amargan la existencia y que verdad es, que cada uno de nosotros tiene alguna "clave" para recuperarnos.
Un beso
Hola Carmen:
Entiendo perfectamente a María con lo de la clave del ordenador. la mía no será así, pero por ahi van los tiros...a veces, lo complicado no es recuperar el equipo, sino la información que se llevó consigo..eso es peor que romper un espejo.
Un saludo
Me encanto el articulo, de verdad que bueno tener algo interesante que leer. Un saludo.
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