Érase una vez una niña que tenía
una vida muy feliz al lado de sus padres, la cuidaban, la querían y intentaban
educarla lo mejor que sabían; pero la vida, a veces nos pone a prueba, una
prueba que no todo el mundo supera; sin embargo si lo hace, su vida cambia para
siempre. Esto le pasó a nuestra protagonista. Un día viajaba en coche hacia un apartamento que
tenían en Girona, en décimas de segundo, el padre de Ana -que así se llamaba la
niña-; perdió el control del coche y calló por un terraplén. El padre y la madre
murieron en el acto y ella quedó mal
herida; pero salvó la vida, y de tener unos padres maravillosos pasó a quedarse
sola en el mundo. En esos momentos contaba con ocho años, por lo que necesitaba
que alguien cuidara de ella, entonces fueron sus abuelos paternos los que se
hicieron cargo de Ana.
Sus abuelos eran mayores; pero no importaba,
su nieta tendría todo el cariño del mundo; aunque la educación después de tanto
tiempo la sentían como muy lejana y les costaba
entender a una niña y sus necesidades, sobre todo psicológicas. Sufría
mucho, ataques de ansiedad y pesadillas constantes que no la dejaban dormir. La
llevaron al psicólogo, este tuvo mucha
paciencia; pero sirvió de poco. Ana crecía y pronto se juntó con malas
compañías que la hicieron despegarse de sus abuelos, muchos días no venía a
dormir, con la consiguiente preocupación de
ellos que no sabían como actuar.
Dejó de estudiar, pero tampoco era feliz, no hacía nada, no había nada que le
motivase, y como muchos jóvenes cayó en la droga, intentando olvidar el mundo
que le rodeaba. Lo dejó todo, estaba claro que la prueba que le impuso la vida
no la superó y la oscuridad llenó su ser, hasta dejarla irreconocible, al borde
de la anorexia, demacrada, con dieciséis años parecía diez años mayor. Los
abuelos hacía tiempo tiraron la toalla, ¿qué podían hacer ellos?.
Uno de esos días en los que se
encontraba tirada en un banco, después de haberse pinchado, sintió una punzada
muy fuerte en el corazón, a la vez que una voz dentro de ella le decía:
-
¡Hija mía, hija mía!, ¿que estás haciendo con tu vida?.
Abrió mucho los ojos y calló
desmayada al suelo. Cuando despertó, se encontraba en el hospital con su abuela
dándole la mano.
-¿Qué me ha pasado? Dijo Ana
- Has sufrido un amago de
infarto. Has tenido mucha suerte hija mía; pero si continuas destruyéndote la
próxima no lo contarás.
Ana no contestó, sólo tenía en su
mente aquellas palabras que sintió dentro de ella: -¡Hija mía, hija mía! ¿qué
estás haciendo con tu vida?
Con un gran esfuerzo y siempre
con sus abuelos al lado, y sobre todo gracias a una fundación, consiguió dejar
la droga, y no sólo eso, se quedó ayudando a otros jóvenes que como ella
cayeron en ese inframundo. Ahora tenía claro que aquella voz era la de su madre,
que si viviera, jamás querría verla así,
debía continuar su vida porque ella así lo hubiera deseado. Sabía el daño que
le hizo a sus abuelos, no se lo merecían, y por fin se dio cuenta, ellos la
querían y sólo deseaban su felicidad, y a partir de ahora todo cambiaría. La
prueba, por fin fue superada.
-
23 comentarios:
Estremecedor Carmen. Para presentar tu relato digo que "las princesas también pueden rozar el fondo". Desgraciadamente es una realidad, pero afortunadamente tu heroina supo darse cuenta a tiempo.
Lo cuentas de manera que llega.
Muchas gracias y un abrazo
Este cuento te deja helado. Una historia que desgraciadamente se da con frecuencia.
Nos dejas buen sabor de boca con ese feliz tan prometedor.
Besos
Muy duro el cuento y muy real, pero con un final feliz...
Un beso
Menos mal que hubo final feliz, asistimos a muchos casos en que el relato termina d eotro modo.
Duro y real, ¡qué lástima!
Muy bueno Carmen. Besos.
Hola Carmen.
Un cuento triste pero con final feliz lo que nos demuestra que por mucho que se nos tuerzan las cosas si ponemos de nuestra parte alcanzaremos la meta deseada.
El esfuerzo siempre tiene recompensa y tu protagonista al fin la encontró
Un bes. Mar
Misteriosos son los caminos que encontramos en la vida para superar nuestras vicisitudes.Lo importante no sólo es escuchar el mensaje, sino tomar la decisión de seguirlo.
un abrazo.
Muy amargo relato que es como la vida misma en el caso de tantísimos jóvenes.
Perdió el rumbo al perder los padres y una voz, tal vez desde su corazón, logró rescatarla.
Cuento con final feliz y una trayectoria en pendiente que acaba en cuento, no de hadas.
Duro, contundente y esperanzador, Carme.
Petons.
Gracias José. Alfredo. Teresa, Juan Caelos, Mar, Neo, y Natali. La verdad es que cumple con las espectativas de un cuento, que sería de un cuento sin un final feliz, porque en la realidad ya sabemos que pasa, estos finales muchas veces por desgracia no se dan.
Un abrazo a todos y todas.
Menos mal que apareció esa voz, que igual era de su conciencia, o de su madre, y llegó a tiempo como en los cuentos. Real como la vida misma, ojalá todas aquellas personas que entran en ese submundo escucharan esa voz.
Un abrazo.
Ana no tuvo hadas ni brujas buenas que la sacaran del pozo en el que había caído, es difícil levantarse cuando te han abandonado las fuerzas. A muchos esa caída les abre los ojos y se aferran a una ilusión cualquiera con tal de seguir adelante. Esa voz fue el detonante. Y el tesón de unos abnegados abuelos.
Un beso.
La buena madera de la que estaba hecha, la hizo reaccionar. Ojalá siempre sucediera así...
Real como la vida misma, un cuento no tan de entonces, sino de hoy mismo.
besos, amiga Carmen
Ojalá nunca tengamos que contar un cuento asi, que nos toque de cerca. Tu has puesto la esperanza como punto y final, eso me gusta.
Un beso
Qué historia tan triste, por desgracia hay muchos casos así, pero tú sabes como contarlos y buscarles una salida feliz y esperanzadora.
Me encanta ver la portada de mi ebook en tu blog, gracias.
Un beso, Carmen.
Hola Carmen: Tremendo cuento totalmente extrapolable a la crudad realidad, pues son numerosos los casos de jóvenes que se pierden en esos submundos, por ausencia de los padres, por dejadez de estos o por su propia voluntad.
No cabe duda de que la voz que oyó tu protagonista era la de su madre, pero estoy también seguro que cogido de la mano de esta, estaba el padre también apoyando esa llamada a la conciencia de su hija.
Un fuerte abrazo.
Un estremecedor cuento que nos narra una historia que desgraciadamente se da con demasiada frecuencia en la realidad. A veces la vida pone pruebas tan duras que hay personas que no son capaces de superarlas y terminan llevando su existencia por un camino que solo les acerca a la autodestrucción. Afortunadamente, la protagonista se dio cuenta a tiempo y supo reaccionar. Aunque no siempre es así, se agradece el final feliz que, por otro lado, requiere cualquier cuento que se precie. Un beso.
Gracias Encarni, Leonor, Cas,Pepe, Rosa y Cristina. Es una historia que raya la realidad, con un final feliz, como algunos casos que se dan; aunque otros acaban mal; pero un cuento como he dicho ha de tener un final esperanzador y éste lo tiene.
Teresa gracias. En cuanto a tu Ebook, no hay de qué, si no nos ayudamos nosotros promocionando nuestros trabajos ¿quien lo hará?
Un abrazo
ciertamente un cuento muy real que muchas personas pasan y están pasando
La realidad más cruda, la más dura. Manos mal que al final la vida le ofrece otra oportunidad.
Como cuento un final esperanzador.
Un abrazo.
Has bordado una historia, que por desgracia se repite en nuestros días. ¡Ojalá! muchas de las Anas que padecen adicciones, escucharan cualquier voz que les rescatara del abismo por el que caen...
Me ha encantado la forma en que lo has narrado.
Un abrazo.
Maat
Un cuento real como la vida misma no todos terminan en un final feliz y con la cordura de su parte.
En el fondo es lo que se desea cuando uno cae tan hondo que salga a la superficie...
Un beso
Habrá tantos motivos que llevan a una persona, sea joven o adulta a autodestruirse que encontrar la causa es lo complicado. Esta chica perdió a sus padres de una manera trágica por tanto, sentirse desamparada y perdida puede ser lo habitual.
Una dura historia que desgraciadamente ocurre en la vida real.
Gracias por tu visita.
un saludo
joderse, carmen...un relato muy muy duro. y sin embargo, a mucha gente le toca la cara jodida de la vida. en general, somos unos afortunados. hace mucho, mucho que sé...estoy en paro y mi economía está por los suelos...a pesar de ello, insisto, hace mucho que sé que soy un afortunado, hace mucho que sé que conocido el lado bello de la vida..
medio beso, carmen.
Gracias Gustavo, Matices, María,San, Maat, Esllliviana.La vida a veces es así de cruel; pero como en los cuentos, un halo de esperanza siempre hay al final del camino.
Un abrazo
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