No le gustaba que su marido se
fuera de viaje, eso de quedarse sola, no iba con ella. Desde que era pequeña
siempre había tenido miedo, de la oscuridad, de los animales, incluso cuando
iba de la cocina a la habitación necesitaba que su madre le acompañara; porque
la sensación de que alguien le seguía por
aquel largo pasillo, era muy fuerte, y si caminaba sola por él, no resistiría aquella
angustia.
Esa noche miraba la televisión
sin ganas, retrasando el momento de irse a dormir; pero…llegó el momento, eran
las doce y media, ya no podía dejarlo más, se levantó poco a poco, apagó el
televisor y se dirigió a su habitación. Se puso el camisón y se dispuso a
acostarse. Arrastrando la manta se tapó toda, hasta la cabeza, hacía calor;
pero no lo sentía, sólo deseaba dormirse rápidamente y que pasara esa noche
cuanto antes. El sueño no llegaba, y aquellos ruidos, si, aquellos ruidos que
sólo se oyen en el silencio de la noche, sobre todo el crujir de paredes, se
introducían en su oído, casi sin querer; y entonces comenzaba a sudar
copiosamente; sin embargo no se destapaba en ningún momento, le era imposible,
el pánico la paralizaba. Encima de la mesita de noche estaba situado un reloj luminoso,
que constantemente observaba, llegando la una, las dos, las tres, e incluso las
cuatro sin poderse dormir. Vencida por el cansancio, al final consiguió dormirse. Todo iba bien; hasta que
en un determinado instante, de pronto, un ruido enorme le despertó y le hizo
ponerse con el corazón a mil por hora: ¿Qué
ha pasado? –Pensó. De un salto bajó de la cama y con los ojos desorbitados
observó a su alrededor; temiéndose que alguien hubiera entrado en su casa; pero,
no, rápidamente se dio cuenta de los cristales que se encontraban en el suelo,
y al fijarse en la pared donde estaba el tocador y sobre todo el espejo que
estaba situado encima, se dio cuenta que éste había desaparecido, se soltó de
la pared y se hizo añicos, rompiendo todo lo que encontró a su paso. ¿Cómo
sucedió? Se rompió el taco que lo aguantaba y cayó a plomo.
Una vez descubierto el desastre,
comenzó a reír a carcajada limpia. No podía ser, ¿qué era aquello? . Los
nervios le jugaron una mala pasada, y la
casualidad le hizo aterrizar en la
cotidianidad de la vida, comenzando a
darse cuenta de las jugarretas que nos suceden a lo largo de ella.
Más noches de misterio en casa de Neo
30 comentarios:
EStos sustos de noche lo hacen pasar muy mal al corazón, y bien que lo sé. Como una noche que mi marido rompió un jarrón en mitad de la noche en una casa ajena y del estruendo, mi corazón quería salir de mi cuerpo de tanto acelero. Ayy, madre mía, que susto!!
Un abrazo.
Y la de ruidos que se escuchan en las casas por la noche, yo también he pasado más de un susto de esos...
Un beso
Tal cual!...si uno se deja llevar, es como si lo ordinario cobrara nueva dimensión mientras el pánico se apodera de nosotros.
A mí me pasaba algo bastante parecido cunado mis hijas eran chicas y mi por alguna razón mi marido tenía que viajar...no podía dormir relajada.
Muy buen relato!
Un abrazo
Es nuestra cabeza...
Jo, Carmen, lo peor es que se rompió el espejo jajajaja. Pero mejor ese susto, que otro...
Un besazo.
De forma ascendente tu relato va atrapándonos desde el temor que provoca, porque una larga noche de ojos abiertos y miedos que nos sobregiran, es peor que una pesadilla. Ese estruendo del espejo al caer, no es para cualquiera! Qué susto, por favor! Pero ciertamente, son cosas que suceden... por suerte, contadas veces.
Un gusto leerte. Un beso:
Gaby*
Después del susto, siete años de mala suerte,...bueno, eso si es supersticiosa y achaca cada cosa que le pase a este episodio. Imagino que tener que dormir sola y con miedo a la oscuridad debe ser un martirio.
Un beso.
Gracias Encarni, Teresa, Neo,Mª Jesús, Juji,G a b y y Leonor. Desde luego que mejor eso que otra cosa peor; pero de todas maneras, el corazón sale por la boca.
Un abrazo a todos y todas.
Con el silencio de la noche, cuando todo duerme los sonidos cobran vida, y creo que es el propio silencio el que nos asusta.
Muy agudo tu relato.
Un saludo
Mejor que fuera un espejo aunque en cada uno de sus retazos se multiplica el miedo como infantil, como afincado en medio de la noche.
Casi un relato de terror que he seguido con el corazón en la boca. Petons.
Madre mía, parece que esta historia la he vivido casi tal cual, no me asustes, amiga, a ver si vivimos tú y yo vidas paralelas, como las de Plutarco!
Un besito y un café.
Nada peor que tenerle miedo a la noche y pasarla solo. Cualquier ruido, y mira que la noche los tiene y a cientos, hace que demos continuos respingos pensando en fantasmas y en asaltos que únicamente están en nuestra cabeza.
Un relato muy entretenido.
Un abrazo
Has narrado tan bien las sensaciones de la protagonista del relato que ya me estaba empezando a dar miedo a mi también y cuando más concentrada estaba en el texto... ¡zas! espejo roto al canto. ¡Que susto debió pasar la pobre mujer! Aunque fijate por donde, que al final terminó riéndose. Eso si, le tocó barrer unos cuantos critalitos, ¡que cuando se rompe un crista no veas! Un beso.
Que bien has narrado esas noches, donde cualquier ruido cotidiano, nos hace un ruido distinto en la cabeza. Saltos que damos de miedo, pero que nos asustamos es cierto. Al final a juntar los cristales y reírse a carcajadas es una buena terapia para combatir nuestros propios miedos.
Un abrazo.
Je, lo que hace la sugestión. Una vez que dormía en un pueblo me despertaron terribles chillidos, creí que estaban matando a alguien y, efectivamente, los vecinos estaban matando un cerdo ¡bajo mi ventana!Besos Carmen.
Hola Carmen
Las noches en solitario a veces pueden hacerse muy largas, pero si encima nos despierta un estruendo así es para que el corazón se desboque por completo. Menos mal que a tu protagonista le vino bien para superar sus temores.
Un beso
Mar
Gracias Tyma, Juan Carlos, Marta, Censura, Cristina, José,Cecy y Mar. La noche tiene esas cosas y el que lo padece, va listo. Hay que tomárselo a broma.
Un abrazo a todos y todas
La noche hace que afloren nuestros miedos, y nuestro cerebro parece jugar con nosotros sugestionandonos, el espejo se callo al suelo, porque le falló el taco, pero el miedo que he pasado viendo esa parez vacia y a ti, tapada hasta el último pelo...Me a gustado mucho jajjajaaj. Besos y gracias amiga Carmen.
Carmen el suspense, la angustia y el miedo a la soledad y a la oscuridad de la noche ha ido creciendo en tu relato. Eso que tu cuentas en casa sucedió realmente y también de noche con un espejo dotado de luz interior que estaba unido a su soporte únicamente por un adhesivo de doble cara. El susto fue de infarto.
Un abrazo.
Bueno yo también me he tapado hasta la cabeza después de escuchar un ruido en mitad de la noche, asi que entiendo a la protagonista jajaja!
Suerte que lo tomó a risa y no se le dió por pensar que la rotura del espejo le traerá 7 años de mala suerte ...
Muy bueno el in crescendo del miedo en tu historia.
un beso
Pobre mujer que susto se llevó!!! A mi me hubiera pasado lo mismo, de noche todo parece más grave de lo que es.
Muy buen relato Carmen!!!
Un beso.
Mal momento para caerse el espejo, eso... a las 12 del mediodía hubiera sido diferente, lo que demuestra que la noche es traicionera, exagerada, cruel y juega con nuestra debilidad.
Buen relato con final tranquilizador.
Besos
Lo que nada parece importar de dia, al llegar a noche, entre su silencio la nada pasa a ser todo y asusta, vaya si asusta.
Muy buena puesta en escena Carmen.
Un abrazo.
La noche acrecienta todo, lo bueno y lo malo. Nos ponenos románticos o nos morimos de miedo. de echo el miedo a la oscuridad es de los primeros que siente el niño. Rememora la muerte.
Besos y hasta muy prontito en persona
Carmen, sin miedos o no... a mi me pasa esto en medio de la noche y me muero, literal, ehh?... dicen que tengo un corazón muy pequeñito para lo grande que soy y estoy con ellos, es cierto...
A veces todo está dentro de uno...
Besos
las pelis de miedo, no me dan miedo. los cuentos de miedo, no me dan miedo.
ehhh, ello no implica que...este cuento tuyo no me ha dad miedo, lo ficticio no me da miedo, como te digo, pero..ehhh, que lo que sí me da es envidia...envidia de la buena construcción lingüística que has hecho...sabes, normalmente, no soy de hacer textos como este tuyo, normalmente, soy de hala, por donde salga la escritura, es decir, arremolino frases, hago disertaciones, me pierdo, en fin...escribo como hablo normalmente...lo contrario, que sé hacerlo, me cuesta trabajo, quizá demasiado...por eso te digo que te envidio la sintaxis..
por otra parte te cuento que en la noche no le temo a la normalidad...por otra parte te digo que alguna noche he escuchado ruidos que no tiene ningún origen conocido..y no he tenido miedo. pero no lo he tenido, no por valiente, si no por que ya me he acostumbrado a este ejercicio: si no es conocido el ruido,de seguro que su origen es real...así que pensando de esta manera,me libro de los miedos...
medio beso.
Esas cosas asustan mucho, el problema consiste en estar condicionado a tener que sentir miedo solo por la noche. Una historia muy bien narrada. Bs.
Gracias Alma; Pepe, Mª José, Alfredo, Any, Sindel, San, Matices, Gustavo y enej jota. Yo, es que soy muy miedosa, y esos ruidos me provocan mucho temor, no lo puedo remediar.
Gracias Gus por tus elogios. Yo primero escribo un poco como me sale; pero después lo reviso varias veces, hasta que queda bien.
Un abrazo a todos y todas
Qué bien lo has relatado: del miedo ese que bien conozco al alivio y la sonrisa.
Me gusta ese final, con lo miedosa que soy, me da un respiro, jaja
Besotes mil.
Algún sabio dijo una vez que el hombre que tiene miedo sin peligro inventa el peligro para justificar su miedo... ;)
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