Llegaron a aquel bloque muy
jóvenes, dos parejas recién casadas, las dos llenas de ilusiones .y con dos
niños de a penas dos meses. María y Ricardo, los dos trabajaban en empleos
modestos y las cosas no les iban mal, vivían sin grandes lujos; pero no se
podían quejar. Maite y Sergio,
trabajaban en buenos empleos y se ganaban muy bien la vida, lo que les
daba para tener pequeños lujos, como un buen coche que no tardaron en comprar.
Al principio la relación era
buena entre las dos parejas, sobre todo entre Ricardo y Sergio; pero pronto la
envidia la fue manchando. María no podía soportar el éxito de sus vecinos, y así
como Maite en ningún momento mostraba prepotencia ante su suerte, incluso le
gustaba convidarla a café, la otra unca se mostró amable, incluso si Maite le
enseñaba alguna compra que había hecho para el hogar, María jamás decía nada y
mostraba poco interés, y sólo respondía de una manera soberbia con un “Y yo
más” como que pronto se compraría un Mercedes de lo mas moderno, y que también realizarían un viaje a Nueva York,
cosa que ella misma sabía que era imposible.
La relación se fue enfriando y
sólo se saludaban por la escalera; aunque los maridos si que de vez en cuando
se seguían juntando para tomar alguna copa. Por eso cada uno tenía las llaves
de la casa del otro, sobre todo cuando se iban de vacaciones. Normalmente,
María y Ricardo se solían ir al pueblo de
María, en Zaragoza y Maite Sergio a algún país extranjero.
Un año cuando regresaron Maite y
Sergio de uno de sus viajes, se encontraron la caja fuerte forzada y todo
volatizado. La puerta parecía forzada; pero no del todo, como si quisieran
engañar a la policía. Sabían que los vecinos eran los únicos que tenían la
llave.
Después de interrogar a los dos,
y sobre todo después de encontrar huellas por todas partes, María no tuvo más remedio
que confesar la verdad. Nunca pudo aguantar que
a sus vecinos les fuera la vida un poco mejor que a ellos. Su marido se
quedó de piedra, nunca pensó que llegara a esos extremos. Y es que la envidia y
la soberbia son de los peores pecados capitales que existen.
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17 comentarios:
Cuidado con algunos envidiosos, no se sabe como pueden reaccionar.
Tu relato plasma con claridad de lo que uno se puede perder por no saber resolver las circunstancias que tocan en la vida. Las circunstancias nos explican, pero salimos con ventaja cuando aprendemos a sobrellevarlas. Por qué no tendré esos buenos vecinos yo??? ;) seguro los cuidaría mucho...
besos juverísimos
La envidia puede llegar a eso y hasta más. Saluditos
La envidia conduce por el mismo camino que los celos, el de la derrota. Un abrazo
Son sentimientos que te hacen cometer una barbarie, el problema no es el desear superarse, lo que daña sería criticar, rechazar o mostrar envidia por lo que otros obtienen.
Un beso.
La envidia es muy fea, logra que se actúe en forma muy distinta a lo acostumbrado, deberíamos alegrarnos por el triunfo propio, pero también por el ajeno.
Abrazos.
Una historia que seguro se ha dado miles de veces. El ser humano es envidioso , siempre deseamos lo que tienen los demás aunque lo que tengamos nosotros sea suficiente para vivir. Hay que aprender a vivir la vida sin obsesionarse con las cosas materiales, esas que no podremos llevarnos cuando partamos.
Besos
Gracias Leonor, Azulia, Demiurgo, Ester, Ame, Verónica y Cass. Para mí es el peor pecado capital junto con la soberbia.
Un abrazo
Un pecado terrible que no se atenúa -al contrario- se acrecienta por la proximidad.
Suele ocurrir cuando no se tienen bien puestos los valores fundamentales.
=)
La envidia pone de manifiesto el lado oscuro de los humanos. Y lleva una moraleja, que el envidiar no nos lleva a realizar nuestras metas. Muy buen relato.
Saludos
Claridad y buen mensaje...Cuando no valoramos lo nuestro y envidiamos lo de los demás, no tenemos dignidad,ni valores, ni consistencia propia...
Mi felicitación y mi abrazo inmenso por tu buen hacer, Carmen.
M.Jesús
Gracias Neo, Yessy y M. Jesús. Por envidia se pueden hacer terribles atrocidades.
Un abrazo
La evidia hace infiz a quien la siente y hace sufrir sobre quien recae, nada bueno este defecto,no importan las circunstancias en las que se de.
Besos Carmen
Que espantoso debe ser sentir eso, lleva a cosas impensadas. El relato es genial deja entrever muy bien lo que pasa en estos casos.
Un beso.
Está muy claro que la envidia causa estragos. Un buen relato Carmen....
La envidia... no puedo con ella y es tan frecuente. Me gustó. Un beso
Y además, por lo general, los envidiosos suelen estar muy cerca...como el resto de pecados capitales, flotando por el aire
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