Recuerdo que en mi clase había una compañera con polio que se llamaba
Julien, así como en las otras clases
también solía haber. Eran los años setenta, y era extraño no conocer a
nadie que padeciera esa enfermedad. Al
principio los percibía diferentes, pero enseguida me di cuenta que eran como los demás. En donde
se podía notar algo de diferencia era a la hora de educación física; pero ellos
se esforzaban como el que más y prácticamente realizaban los mismos ejercicios.
La verdad es que nunca pensé los problemas que se podían encontrar en el día a
día, todos los compañeros los reconocíamos como uno más, Cuando una es una cría, estas cosas se le
pasan o no se las hacen ver. También es cierto que estos compañeros solo tenían
dificultad en una pierna; pero se podían desenvolver muy bien, incluso me
acuerdo que en un viaje de fin de curso, varios alumnos bastante tremendos,
entre ellos uno con polio, alquilaron en Ibiza unas motos y tuvieron una caída,
Este se rompió la clavícula y no le quedó mas remedio que regresar a casa, con
un gran disgusto que se llevaron los profesores.
La ciudad, en ningún momento se ha
adaptado a las personas con movilidad reducida, ahora se empiezan a dar cuenta,
hay más rampas y accesos a los lugares. Me acuerdo una vez estando en París con
mis hijas, conocimos a una pareja, la mujer iba en silla de ruedas, no le
pregunté el motivo. Para moverse por la
ciudad la dificultad era máxima, había autobuses que no querían bajar la rampa
o simplemente no disponían de ella y casi siempre, se desplazaban caminando.
Intentaron ver el Arco de Triunfo y les fue imposible, no disponía de acceso
con rampas o ascensor. Y de esto no hace tanto tiempo.
En fin, que la mayoría de las veces no sabemos ver más allá de nuestras
propias narices.
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11 comentarios:
Cierto es, no vemos el bosque solo los árboles. La mayor barrera es la de la mente de las personas.
Un saludo.
No nos damos cuenta hasta que lo necesitamos, las ciudades se van adaptando poco a poco pero avanzamos ahora falta que las personas sepan aceptar a los que tienen movilidad reducida y que el bus tarda mas si tienen que subir o bajar, que hay que dejarles pasar aunque lleguen despues... Muchas cosas tenemos por hacer.
Gracias Pikxi y Ester, la verdad es que now queda mucho por avanzar.
Un abrazo
Se ha hecho mucho pero aún queda mucho más por hacer.
Creo Carmen que ya desde pequeña hiciste accesible la vida de tu compañera. Ahora hablamos de inclusión pero en el caso de los polio muchos nos sentimos en el colegio como uno mas gracias a niñas como tu. La accesibilidad va mas alla de rampas y medios de transporte accesibles (los cuales reconozco que son mas que necesarios) la accesibilidad comienza en la actitud, en la mirada hacia nosotros, en la empatia y todo eso creo yo que tu lo tienes a raudales. Besos.
Creo Carmen que ya desde pequeña hiciste accesible la vida de tu compañera. Ahora hablamos de inclusión pero en el caso de los polio muchos nos sentimos en el colegio como uno mas gracias a niñas como tu. La accesibilidad va mas alla de rampas y medios de transporte accesibles (los cuales reconozco que son mas que necesarios) la accesibilidad comienza en la actitud, en la mirada hacia nosotros, en la empatia y todo eso creo yo que tu lo tienes a raudales. Besos.
Menuda mala experiencia la de la pareja de París. Es casi traumática e injusta. De todas maneras, poco a poco vamos haciendo todo más llevadero, más inclusivo. Un abrazo.
Así es, Carmen. No es que no veamos más allá de nuestras narices, es que no intuímos ni que ello puede sucedernos a todos.
Un beset!!!
La consideración de las barreras físicas en las ciudades es un tema muy reciente, al menos por aquí. Ni hablar de lo que significan los viejos centros históricos de las ciudades con calles con escaleras y declives pronunciados!... bellezas infranqueables para muchos que debemos comenzar a replantear.
Un abrazo
Muy interesante y muy cierto. Creo que en lo posible, debemos quejarnos, lo he hecho varias veces, en especial por los que estacionan en las bajadas de sillas de ruedas y si fue necesario hice la denuncia y surtió efectos. No hay que callarse. Tu texto es una buena queja e nuestros errores.
mariarosa
Comprendo muy bien el problema que planteas porque yo tuve una amiga de la niñez que cuando fuimos creciendo venía con nosotros a toas partes. ¡Lo que era en aqquellos momentos subirse al tranvía! Ha tenido una gran fuerza para enfrentarse con todo lo que la vida le ha ido proporcionando y al final un cáncer le ganó la batalla.
Las cosas van cambiando. Ahora hay sillas con motor que les permiten más libertad y no necesitan de alguien que les conduzca. Que se insista como has hecho, es necesario para que se tome conciencia.
Ha sido muy interesante la lectura de este post. Saludos muy cordiales. Franziska
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