UN CUENTO DE NAVIDAD
Era la primera vez que veía
aquellas calles iluminadas en navidad. En su país no se celebraba, y aquello
era muy bonito, daba alegría, no sabía como expresarlo. La gente sonreía más
que nunca, y todo porque era navidad. Lo que menos le gustaba, era las grandes
colas que se formaban en las tiendas, mucho consumismo, parecía que se agotaba
todo y que nunca más podrían comprar, realmente exagerado. Por otra parte, aquellos
pobres con los bolsos, colocados sobre un gran pañuelo, atados con unas
cuerdas, por si acaso venía la policía,
poder salir corriendo. Precisamente en ese momento eso mismo estaba ocurriendo; pero ellos eran más
rápidos, en un abrir y cerrar de ojos, todos los bolsos estaban envueltos y ya
habían desaparecido. Mientras aquello ocurría, me fijé en una cosa, una mujer de mediana edad
observó a uno de ellos, y lo siguió
hasta la estación de metro, donde todos
descansaban después de la carrera. Desde luego no le importó en absoluto que a
ella le pudieran multar, se acercó a aquel chico y le dijo algo al oído, le dio
dinero y…¡Se quedó con todos los bolsos! Los compañeros no daban crédito; pero
a aquel muchacho de color, ese día, 24 de diciembre, la vida le sonrió, y esa
dicha le duraría al menos unos cuantos
días. Subió las escaleras del metro con una sonrisa de oreja a oreja, y lo
primero que hizo es entrar en una tienda de ropa, comprarse unos pantalones
nuevos y un jersey de lana bien grueso, después se acercó a la zapatería y
también se compró unos zapatos nuevos. Salió con todo puesto, parecía otra
persona, lo que hace la ropa nueva. Y yo
pienso: ¿Para qué querría aquella mujer tantos bolsos? No lo sé; pero lo que está
claro es que hizo a aquel hombre feliz, y eso, no se paga con nada.
MÁS INVIERNOS EN CASA DE PEPE
17 comentarios:
Una historia preciosa. Uno de esos Papa Nöel de carne y hueso hizo el regalo a ese protagonista y, eso puede ser importante. Una película llamada El traje contaba como cambiaba la vida de un inmigrante cuando cambiaba sus atuendos por un buen traje. Espero que a él le cambiara y fuera para bien.
Qué paséis una feliz Navidad en familia.
Pienso igual que Juan Carlos, que la mujer, hizo Papa Nöel,para aiiviar la pobreza y el infortunio, de aquel sin papeles. Los bolsos no le importaban nada.
Una hitoria muy bien resuelta.Carmen.
besitos.
Tal vez los bolsos no significaban nada, pero ese acto de amor y caridad sí. Me encantó esta historia con final feliz y el rescate de uno de los tantos seres que necesitan un milagro de navidad.
Un beso enorme! Feliz Navidad!
En Navidad, los milagros son más factibles, porque algunas personas se vuelven más caritativas.
Lo importante de tu historia es el mensaje.
Ese hombre pudo comprar lo que necesitaba porque ella compró lo que no le era preciso pero que fue su manera de ayudar sin ofender.
Un beso.
Gracias Juan Carlos, Montserrat, Sindel, Luciano y Leonor. El milagro de la navidad está en estos actos.
Un abrazo
Quiero pensar que la mujer que compró los bolsos simplemente fue el Papa Noel del muchacho.
Milagros de la Navidad.
La clave está como dice Leonor en ayudar sin ofender. Seguramente los bolsos para nada le sirvieran y ejerció la caridad comprando lo que no le era necesario.
Bonito cuento navideño, Carmen.
Felices Fiestas y gracias por sumarte a mi convocatoria.
Se te olvidó comunicarme tu participación.
Un fuerte abrazo.
Pepe, si lo hice.
Gracias Pepe y Tracy. Nunca es tarde para ayudar a los demás.
Un abrazo
Ese debería ser el verdadero espíritu de la Navidad, el de esa mujer que supo cambiar por bolsos la felicidad de alguien que era merecedora de ella.
Bolsos que terminaron estando repletos de amor, caridad sin resplandores y felicidad compartida.
Un bello relato.
Enhorabuena y un abrazo.
Papá Noel no siempre es gordo y va vestido de rojo.
Un beso.
Unas historia tan cercana y tan de hoy que nos llega Carmen, Verlos correr con su mercancia por el miedo a esas multas y a que se las quiten, sabiendo lo que significa perderlas,es tremendo. Bien podiamos ser un poco todos de vez en cuando Papa Noel.
Besos.
Y lo mejor es que podría haber pasado. Si algo nos recuerda tu relato es que no existen las personas invisibles y que todo el mundo es imprescindible para alguien.
Un abrazo.
Gracias Juan.L, San, Fabián y Esther. Muchas veces están ahí; pero no les queremos ver.
Un abrazo a todos y todas.
Los vi en Italia y por supuesto, también les compré, pese a las amenazas de multas. Cada quien se gana el pan como puede...
=)
Qué bonita historia! No sabemos si la mujer lo hizo por él o quería los bolsos para regalar a toda su familia y conocidos...en cualquier caso a él le arregló el día!
Un beso
Me gusta la historia, quiero y deseo que sea verdad, pero me temo que el vendedor ambulante después de pagar su porcentaje a la mafia, la dueda de la pensión y guardarse para la compra de bolsos del día siguiente, no le quedase mucho para ser feliz. Lo bueno es que vivió en sus carnes el espíritu de la Navidad.
Besos y Feliz Año Nuevo.
Publicar un comentario