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miércoles, 28 de julio de 2010

ESTE JUEVES UN RELATO


Me despido unas cuantas semanas del blog, me voy de vacaciones. Espero que al volver, venga cargada de ideas para nuevos relatos.
Hasta la vuelta





QUISIERA ENCONTRARME CON…

Hoy he quedado con una amiga en el restaurante “Els Quatre gats”, Este local además de ser un excelente restaurante, fuera de las horas de comidas, funciona como cafetería, y precisamente a eso fuimos, a tomarnos un café. La decoración me recuerda a
tiempos pasados de la época modernista, con carteles antiguos, de cuando no existía ni el Photoshop ni otros programas de edición de imágenes, ni nada por el estilo. Cuando estoy allí, cierro los ojos y pienso que estoy rodeada de personajes que vivieron hace unos cuantos años, se reunían en este lugar y realizaban tertulias tanto de arte como de literatura, y ya que mi gran afición además de la literatura es la pintura, me gustaría encontrarme con el gran Picasso; me aguantaría un poco; pero al final lo acribillaría a preguntas; sobretodo le diría que cómo una persona con un estilo tan figurativo llegó al cubismo, cómo se le ocurrió el cuadro de “Las señoritas de Avignon”, rompía con todo lo que había realizado hasta ahora, le preguntaría las técnicas que utilizaba para sus obras de arte, y de donde le venían las extraordinarias ideas para realizar sus cuadros. Cuando me sintiera satisfecha con todas las respuestas, después relajadamente hablaríamos sobre los misterios de la vida y la muerte, pasarían las horas sin darnos cuenta, caminaríamos ramblas abajo hasta el puerto, y sentados al borde del agua observaríamos extasiados la puesta de sol como una auténtica obra de arte de la naturaleza, nuestra vista absorbería todos aquellos tonos maravillosos y cambiantes rojizos y anaranjados. Los contemplamos y nos despedimos dispuestos a plasmar toda aquella belleza en un lienzo; y aunque los dos sabemos que cada uno de nosotros lo hará de forma diferente, yo me siento tan impregnada de sus palabras, que tengo la seguridad que a partir de ese momento, mi manera de ver el mundo cambiará por completo para siempre

miércoles, 14 de julio de 2010

EL ESPEJO


Otra vez Laura estaba viendo la película de “Regreso al Futuro” por octava vez, no se cansaba. Eso de viajar en el tiempo era algo que le obsesionaba, ¡Quién pudiera hacerlo! Ir al pasado y después al futuro, conocer a sus padres de niños y jóvenes y ver si eran tan perfectos como decían. La verdad es que sus progenitores estaban algo preocupados, las paredes de su habitación se inundaban de posters de cómic con el mismo tema recurrente. Como cada noche, Milus, el protagonista de su historia se disponía a traspasar la puerta que daba al desván, donde le esperaba otro mundo, el futuro. Le encantaban todas las aventuras por las que pasaba aquel héroe anónimo, era su cómic favorito, el tiempo le pasaba sin apenas darse cuenta. Aquella noche estaba tan imbuida que no percibió que una mano le tocaba el hombro y le decía:
-¿Quieres conocer tu futuro?
La voz insistió y al final Laura sobresaltada miró hacia atrás pero no vio a nadie; aunque siguió oyendo aquella voz que le empujaba hacía el espejo que tenía enfrente. Se acercó y lo tocó, la mano se hundió hasta desaparecer, casi se le salen los ojos de las órbitas pero debía seguir, había de ver lo que le esperaba al otro lado. Poco a poco fue pasando a través del espejo, al salir se encontró en otra habitación muy parecida a la suya, una niña estaba con unos cascos y un ordenador extrañísimo, flotaba en el aire, era redondo y hablaba, -madre mía lo que faltaba un ordenador parlante. Pensó-. La niña se dio la vuelta, y ¡ostras! Tenía su misma cara; sin embargo no podía ser ella, se abre la puerta y entra una señora, también se parecía mucho, una voz masculina a lo lejos la llamó:
- Laura, me voy a la oficina, hasta luego.
- Adiós Carlos, nos vemos a la tarde.
Era ella misma con bastantes años más, vamos, como su madre, y ese Carlos, la verdad es que no conocía a ningún Carlos, en fin mejor no preocuparse. Parecía que discutía con su hija.
- Paula, quieres dejar de hablar con tus amigos, tienes deberes que realizar.
- Mamá, no seas pesada, ya los haré, no me estreses, dame tiempo.
- ¿Tiempo? Pero si tienes todo el tiempo del mundo y no lo aprovechas, mira tu cama toda llena de ropa. Podías recoger un poco.
- Ya lo haré, no seas pesada.
- Pesada, tú si que eres pesada. Te doy media hora para que recojas y dejes de hablar, ¿queda claro?.
- Bueno, vale.
- ¡Vale de verdad!
- Si…
La madre, o sea ella misma desapareció por la puerta por donde había entrado. Decidíó volver a su habitación actual algo decepcionada. Como podía ser igual que su madre, nunca pensó que le diría esas palabras a su futura hija. Lo mejor sería no intentar volver al futuro; así se mantendría la sorpresa; porque lo que vio no le gustó mucho; sin embargo le hizo reflexionar, como se cambia cuando eres adulta, tanto como para no comprender a la siguiente generación, por muy avanzada que se crea. Quizás esto le sirvió para comprender un poco más a su madre y no criticarla tanto.