VIVIR EN LAS NUBES

Mónica siempre estaba en las nubes, en su mundo, soñaba con todo lo que le gustaría hacer, y sobretodo llegar a ser, vivía en un universo de ilusión. No era luchadora, creía que las personas vendrían a ella sin mover un solo dedo, porque el destino estaba escrito, como en los cuento de hadas de princesas y príncipes. Tenía una amiga que siempre le decía: -Baja de las nubes, los pies los has de depositar en la tierra, no conseguirás nada soñando. Pero ella no hacía caso, ¿que malo había en soñar? No dañaba nadie, y quien le decía que sus sueños algún día no serían realidad.
Lo que sucede es que la vida a veces nos hace bajar de las nubes de golpe. Mónica se casó con Carlos, su particular príncipe azul, sin embargo pronto se dio cuenta que no era el príncipe esperado, sino más bien el lobo de caperucita. Completamente perdida, no sabía salir de aquella prisión, no, nunca dio un paso hacia delante, siempre esperaba que las cosas cayeran por su propio peso; y ahora, se daba cuenta que no iba a ser así. Lo único que la consolaba era un diario donde iba poniendo todo lo que sentía en esos momentos, día por día, incluso aquellas veces en que casi no podía ni moverse, de la gran paliza que le había propinado su marido, incluso entonces escribía su diario, era su medicina..
Su amiga llevaba tiempo sien saber de ella; empezó por salir menos, hasta que llegó un momento que no salía nunca y se quedaba encerrada en su casa, lo máximo que pisaba la calle era para ir a comprar; pero su marido la controlaba tanto, que si a los veinte minutos no llegaba, paliza segura. ¿Qué iba a ser de ella?, cualquier día la encontrarían sin vida.
Cuando aquella mañana de abril las sirenas de la policía pararon en la puerta de su casa, nadie se extrañó de aquel final tan anunciado., Mónica yacía con la cabeza rota en el piso, sólo tenía abrazado a su pecho aquel diario. Les costó quitárselo de las manos, parecía que los dos eran una única persona. Su amiga fue corriendo al piso y cogiéndole de la mano empezó a llorar, se sentía culpable, debía de haber intentado ayudarla. Pidió que le entregaran el diario; pero la policía no le dejó; era una prueba importante; sin embargo le prometieron que se lo darían cuando ya no lo necesitasen.
María comenzó a leer el diario de su amiga, poco a poco se le fue nublando la vista, y un chorro de lágrimas invadió su cara, había tanto dolor en aquellas letras que quien no se emocionara al leerlo es que no tenía humanidad. Después pensó que esas palabras no se las debía de quedar para si misma. Haría que los sueños de su amiga se convirtieran en realidad; aunque ella no lo pudiera ver.
A los pocos meses el diario de Mónica llegó a las librerías bajo el título: “Diario de una tragedia”. Tal vez serviría para que otras jóvenes bajasen de las nubes, pusiesen los pies en la tierra y lucharan por sus vidas antes de que fuera demasiado tarde .