EL CHAT
Desde que le dieron el nombre de
aquella página, cada día a las diez de la noche, se preparaba concienzudamente, cogía el ratón
y empezaba a escribir a su probable interlocutor detrás de aquella pantalla.
Primero se puso en contacto con varios a la vez, charlaban animadamente, pero
al final con el que tenía más puntos en común era con Cerezo en flor, ella se llamaba Tulipán y después de unas cuantas conversaciones, cada vez le caía
mejor, les gustaba las mismas películas, los viajes y las excursiones a la
naturaleza. Sólo les faltaba una cosa, enviarse alguna foto y quedar en vivo y
en directo. Ella era un poco reacia a dar ese paso; pero él la convenció, ahora
era el momento. Comenzó a mirar por todas partes, debía encontrar alguna que
estuviera bien guapa, sacó todos lo cajones y empezó a buscar. En alguna tenía
mala cara, en otras se veía gorda, en otra flaca, o con una expresión extraña.
Más de dos horas se entretuvo buscando la foto ideal, y al final escogió una y
se la envió. Después esperó y esperó, pasaron los días y él no dio señales de
vida y por supuesto no envió ninguna foto, con lo fácil que era, pensaba; pero
no lo hizo, ¿qué sucedería? Ella estaba guapa, o al menos eso creía.
Al cabo de un mes un nuevo mensaje en el chat:
-Laura…
- Si…
-¿Estás ahí?
- Depende, llevas más de un mes sin dar señales de vida,
-Lo siento, no te he querido dar falsas esperanzas.
-Ya, veo que la foto no te gustó.
- No, no es eso; pero es que hablo con otras chicas y ya me he decidido.
-¿Cómo? O sea que jugabas varias cartas.
- Si; pero es normal, ¿no?,ya se sabe.
- Muy bien, puedes irte a un lugar que no quiero pronunciar, no me vuelvas
a escribir.
Silencio total, las lágrimas comenzaron a correr por las mejillas de Laura,
no podía parar, una gran angustia le entró en su corazón que nuevamente
destrozaban. Se dijo para si misma: Nunca
más, nunca más. Pero ¿Quién sabe? El corazón pocas veces aprende la
lección.
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