Recuerdo que en mi clase había una compañera con polio que se llamaba
Julien, así como en las otras clases
también solía haber. Eran los años setenta, y era extraño no conocer a
nadie que padeciera esa enfermedad. Al
principio los percibía diferentes, pero enseguida me di cuenta que eran como los demás. En donde
se podía notar algo de diferencia era a la hora de educación física; pero ellos
se esforzaban como el que más y prácticamente realizaban los mismos ejercicios.
La verdad es que nunca pensé los problemas que se podían encontrar en el día a
día, todos los compañeros los reconocíamos como uno más, Cuando una es una cría, estas cosas se le
pasan o no se las hacen ver. También es cierto que estos compañeros solo tenían
dificultad en una pierna; pero se podían desenvolver muy bien, incluso me
acuerdo que en un viaje de fin de curso, varios alumnos bastante tremendos,
entre ellos uno con polio, alquilaron en Ibiza unas motos y tuvieron una caída,
Este se rompió la clavícula y no le quedó mas remedio que regresar a casa, con
un gran disgusto que se llevaron los profesores.
La ciudad, en ningún momento se ha
adaptado a las personas con movilidad reducida, ahora se empiezan a dar cuenta,
hay más rampas y accesos a los lugares. Me acuerdo una vez estando en París con
mis hijas, conocimos a una pareja, la mujer iba en silla de ruedas, no le
pregunté el motivo. Para moverse por la
ciudad la dificultad era máxima, había autobuses que no querían bajar la rampa
o simplemente no disponían de ella y casi siempre, se desplazaban caminando.
Intentaron ver el Arco de Triunfo y les fue imposible, no disponía de acceso
con rampas o ascensor. Y de esto no hace tanto tiempo.
En fin, que la mayoría de las veces no sabemos ver más allá de nuestras
propias narices.
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