A LA LUZ DE UNA VELA
Otra vez se ha ido la luz, no se
que pasa en este barrio que siempre se va, y una sin la tele se aburre, como no
venga pronto me iré a dormir. Enciendo una vela y espero pacientemente. El
tiempo pasa y la luz no regresa, ¿qué hacemos? Entonces a alguna de mis hijas
se le ocurre que expliquemos alguna historia; pero a mi no me gusta la idea, no
me gustan las historias de miedo, luego no duermo, no insisten, la verdad es
que me conocen y si digo que no, es que no, Sentados, dejamos pasar el tiempo; de
pronto oímos un crujido: ¿qué es eso?
dice mi hija. Es el radiador, no te preocupes, y es verdad, es el radiador; sin
embargo parecía que era otra cosa, ha resonado muy fuerte. Nos tranquilizamos,
la luz sigue sin venir, tengo ganas de irme a dormir, no hay nada que hacer,
esta noche nos quedamos a oscuras. Enciendo otra vela y me voy hacia la
habitación por un largo pasillo, en la pared se proyecta mi sombra que da la impresión que vaya más despacio que yo, como si otra
persona te siguiera, y aunque sabes que no es cierto, una cierta pelusilla te
sube por el cuello, acelero el paso y
por fin llego a mi destino. Coloco la vela en le tocador, y comienzo a
desvestirme, está todo muy obscuro, el miedo no se me va, quiero meterme en la
cama y no pensar, rápidamente me tapo
hasta la cabeza, aunque hace calor y las gotas de sudor me bajan por la frente,
me da igual, no lo puedo remediar. Cierro los ojos; pero mantengo uno en
guardia y el oído alerta. El sueño no viene; pero por suerte al cabo de pocos
minutos que me han parecido eternos, los números del reloj eléctrico comienzan a parpadear y entonces, la cara se me ilumina, la luz ha regresado
por fin, mis músculos se relajan y poco
a poco caigo en brazos de Morfeo. Tan poca cosa me ha ayudado a volver a ser feliz.
MÁS HISTORIAS CON VELA EN CASA DE BRISA DE VENUS