Ya me perdonaréis; pero el relato me ha salido un poco largo, como un cuento, no he podido evitarlo.
Aún me acuerdo como conocí a
Paco. La verdad es que a mi familia no les hacía mucha gracia, era demasiado
moderno para ellos, esos pelos tan largos, un poco hippy si; pero muy buena
gente. Siento ver tan poco a mis padres; pero yo no daré el primer paso, no les
perdono que no vinieran a la fiesta de nacimiento de Pincho. Ni tan solo se
dignaron a venir a ver a Paco cuando tuvo aquel accidente de moto. La pierna ya
no le ha vuelto a funcionar como antes, a pesar de las operaciones.
Recuerdo en la universidad cuando
me fijé en aquel muchacho con aquellas rastas tan bien hechas, y aunque le
tapaban un poco la cara, era guapo. Mira que había alumnos el primer día en la
facultad de Historia, hasta algunos no les quedaba más remedio que permanecer
de pié. Ese día ya me propuse que hablaría con aquel chico, y lo hice, vamos si
lo hice, poco a poco, eso si, con estrategia. Y si, en honor a la verdad os
diré que cuando gané su confianza,
pasábamos más tiempo en la cafetería que en la clase.
Y aunque casi no me hable con mi
madre, por fuentes externas me había enterado que la tía abuela Mónica falleció
hacía unos días. Siempre me dijeron mis padres que guardaba un baúl con mucho
dinero, y como no tuvo hijos, algún pellizquito nos tocaría, vamos digo yo; sin
embargo mi madre no decía ni pío; pero yo me enteraría si era verdad lo del
baúl, o simplemente era una leyenda urbana, porque no se notaba que fuera rica,
siempre iba igual vestida y no viajaba. Igual se encontraba enterrado y solo
debíamos conseguir el plano que nos llevaría al tesoro. En fin, ya veremos como
soluciono todo esto. El caso es que Paco se ha quedado sin trabajo hace un mes
y no disponemos de muchos fondos. Habrá que borrar a Pincho del futbol, con lo
que le gusta, todos los martes y los jueves va a entrenar a la escuela del
Español. Es un poco caro; pero es que Pincho es muy bueno.
Vaya, suena el teléfono:
-
¿Diga?
-
Sina, soy tu madre.
Qué raro, pensó Sina, hacía mucho
tiempo que no oía la voz de su madre.
-
Hola mamá. ¿Qué tal estás?
-
Bien hija bien. ¿Y vosotros?
-
Bien, pero supongo que no me has llamado solo por eso-
contestó Sina.
-
Bueno hija, quería saber como estabais; pero…Silencio
-
Pero…
-
Bueno, te he de dar una buena noticia, encontramos el
baúl de la tía abuela Mónica, no te imaginarás dónde estaba.
-
¿Dónde?
-
En un armario con doble fondo. ¡Increíble! Lo abrimos y
dentro había un sobre lacrado que solo lo podía abrir un notario. Y lo hemos
llevado al mismo.
-
Y…
-
Has de ir, porqué tú eres su heredera universal.
-
¿Cómo?
-
Ya sabes que eras su favorita. A nosotros nos ha dejado
algo; pero a ti te ha dejado una gran fortuna.
Sina cayó
desmayada con la consiguiente preocupación de su madre.
A partir de
entonces, al menos de momento se acabaron los problemas de Sina, Paco y sobre
todo de Pincho, que no tuvo que dejar el
futbol. La familia de Sina retomó la relación con su hija y su yerno. Y es que
cuando hay dinero no hay problemas que valgan.
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