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miércoles, 29 de febrero de 2012

ESTE JUEVES UN RELATO



EL APEGO A UN OBJETO

Yo en vez de un objeto, he escogido una prenda de vestir, supongo que da lo mismo.

Vosotros como yo, sabéis que a veces nos acostumbramos a llevar una determinada ropa o calzado y repetimos una y otra vez su uso. Eso me pasó a mí con un jersey que me compré en una tienda de Barcelona, hace muchos años. Me salió muy bien de precio, y resultó de muy buena calidad. Tenía el cuello un poco alto; pero, como os diría, no era cisne, sino un poco más bajito, su color era de un marrón claro; pero tirando a gris, no era un color común y después tenía bordados y repetidos dos veces tres pingüinos con el pico naranja y el cuerpo de un marrón más oscuro que el jersey. Me quedaba bien, yo estaba delgada y todo el mundo me decía que estaba estupenda, bueno, para que queremos más, como estaba estupenda, pues venga ponérmelo. No he vuelto a tener, ni he visto después una prenda parecida. Lo combinaba con tejanos o pantalones marrones o negros. El caso es que cualquier excusa era buena para colocarme mi jersey. Con el tiempo envejeció y yo me puse más ancha, por no decir otra palabra, y la verdad es que no me acuerdo si lo tiré o desapareció por arte de magia; pero la verdad es que lo echo de menos, y me acuerdo muchas veces, no se por qué le tomé tanto cariño. Si alguna vez encontrara alguno parecido me lo compraría seguro; mientras, lo guardaré en el rincón de mi memoria, donde quedó aquella dorada juventud.

miércoles, 22 de febrero de 2012

ESTE JUEVES UN RELATO


ME OCURRIÓ ALGO EXTRAORDINARIO



Yo soy una persona tan normal, que la verdad, no me ha ocurrido nada prodigioso. Por eso basándome en una historia que leí, novelándolo un poco, la he convertido en el relato que ahora os cuento.

Antonia se había hecho mayor, no lo quería reconocer pero era así, hacía dos años que se jubiló como maestra, y francamente se sentía inútil. Toda la vida trabajando educando niños, no sabía hacer otra cosa, y ahora se acabó. Si, se apuntaba a cursillos y conferencias varias; pero no era lo mismo.

De joven no se casó con aquel pretendiente que le fue detrás unos cuantos años, al final el pobre se cansó y ahora ya tenía nietos. A ella no le gustaba, por muy bueno que fuera y todas sus amigas le dijeran que no lo dejara escapar. Ellas no la conocían tanto como se pensaban, estaba claro que no le pegaba en nada, era demasiado formal, no le gustaba viajar y a ella si, sólo le apetecía estar en casa viendo la televisión comiendo patatas fritas, vaya aburrimiento. Después vino otro del que se enamoró de verdad ; pero en este caso él se cansó y se fue con otra más joven. Lo pasó muy mal, y le costó superarlo, desde entonces, no quiso saber más de los hombres, lo principal era su profesión y se volcó en ella, no existía nada más, incluso dejó de salir con las amigas, la veían de tanto en tanto, cada vez se volvió más extraña, y más maniática, tanto, que la fueron dejando de banda poco a poco hasta quedar sola, muy sola.

Aquel día salió a pasear como hacía cada tarde cerca del colegio donde tantos años ejerció su profesión; echaba de menos el griterío de aquellos niños al salir de la escuela. Mientras otras personas buscaban el silencio, por necesidad, por tranquilidad, para mitigar el estrés del día a día. A ella el silencio la deprimía, la sentía como una losa de la que le era muy difícil despegarse. El jaleo de aquellos niños le llenaban de energía que le ayudaba a sobrellevar la soledad que le invadía, los miraba, les sonreía y era feliz. Salían como siempre en manada y corriendo, y ella los observaba. Precisamente esa capacidad de observación le hizo evitar una desgracia. Muchos pasaban casi sin mirar los coches, pero como eran mayorcitos, reaccionaban a tiempo y se apartaban; sin embargo uno pequeño, de unos cinco años más o menos se soltó de la mano de su madre y se lanzó a cruzar la calzada sin mirar. El coche confiado llevaba su rumbo y porque no decirlo iba un poco rápido. Ella desde el otro lado de la calle se imaginó la escena y en su cabeza vio el atropello inminente. Sin pensárselo y como si alguien o algo le empujara fuerte, se lanzó de un salto sobre aquel niño, tirándolo al suelo y apartándolo del peligro. El coche frenó pero no alcanzó a ninguno de los dos. Cuando Antonia se percató del salto que dio para alcanzar al niño, no se lo podía creer; pero si, hizo aquel prodigio y salvó al niño. La madre asustada y chillando, llegó corriendo y levantó a su hijo y a la pobre mujer del suelo, sin apenas creer que el niño se salvara de un atropello seguro. Todos los demás niños aplaudieron a rabiar, anonadados ante lo que vieron sus ojos, y a Antonia la convirtieron en la mujer más feliz del mundo al menos por unas horas, y eso, no se pagaba con nada. En realidad ni ella misma sabía que fuerza la empujó a realizar aquel salto prodigioso; pero daba gracias por ello, porque de seguro que a partir de entonces le cambiaría la vida.

miércoles, 15 de febrero de 2012

ESTE JUEVES UN RELATO



YO TENGO UN SUEÑO



Tengo un sueño, donde el mundo acaba, lo destruimos entre todos, la contaminación llega al máximo por culpa de los gobiernos que hicieron caso omiso de lo que pronosticaron años atrás. La gente comenzó a llevar máscaras para poder respirar, y se cubría de ropa fabricada con unos materiales especiales para no quemarse por los rayos de sol, porque la capa de ozono ya no existía.

Una nave espacial recoge a los últimos habitantes y los lleva a un planeta con las mismas características de la tierra, que hacía tiempo descubrieron en otra galaxia Quedaban pocos seres humanos, la mayoría murieron sin remedio; estos últimos tuvieron suerte y montaron en esta nave, que tardaría un año en llegar a su destino. Allí comenzarían de nuevo y tal vez si habían aprendido la lección, no regresarían las guerras, la especulación, y el reparto de la riqueza sería equitativo. Todo el mundo tendría sanidad y educación gratuita y existiría una democracia plena, podrían opinar sobre todo, y se decidiría lo mejor para la mayoría. Dicen que es un planeta verde, con mucha agua, vamos, como el nuestro hace miles de años. No se han observado señales de vida como la nuestra, lo máximo, pequeños animales que la habitan. Ideal, un planeta completamente virgen y dispuesto a ser habitado. El camino es largo; pero merecerá la pena.

En ese momento despierto y me queda un mal sabor de boca, ¿sería posible algo así? Tal vez; pero lo que no me quedaba nada claro era ¿seguro que habremos aprendido la lección, o la tentación nos haría regresar sobre nuestros pasos? Ya veremos, yo, seguro que no lo veré.




miércoles, 8 de febrero de 2012

ESTE JUEVES UN RELATO



EL ARTE DE OBSERVAR

Cola para observar el final de
Autor: ELSILENCIO

No se que hago yo aquí, somos como borregos, donde hay una cola, vamos todos detrás; pero bueno… de todas maneras debe haber alguna cosa que valga la pena, porque los que suben, están mucho tiempo contemplando lo que sea, aunque desde aquí no lo veo. Lo extraño es que no observo a nadie bajar, seguro que otra escalera se encuentra en la parte oculta.

Vaya sala tan vacía, sólo el logotipo del título de la exposición reflejado en la pared. Estos artistas cada vez son más ridículos, tan simple lo quieren hacer todo que raya en lo absurdo. Ya llega una señora al final, su sombra se refleja encima de mi cabeza. Lo que no entiendo son las caras de las personas que me preceden, cabizbajos y taciturnos; pues si no quieren ver lo que sea que hay, que desaparezcan, ya son ganas de hacer cola.

Ya me queda poco para llegar al final, seguro que veo la escalera de bajada, tiene que existir sino no entiendo… Estos escalones cuestan de subir, son muy empinados; pero mucho, desde abajo no me los imaginaba así. Venga ánimo, sólo me queda uno y llego... Madre mía que luz tan enorme, no veo nada; pero nada, me siento inundado por ella, es precioso, de pronto me siento ligero, no peso, voy desapareciendo por momentos, alguien me coge la mano, son seres iluminados, llenos de luz. Entonces me miro, y yo… también lo soy, formo parte de ella, yo soy, esa luz.



miércoles, 1 de febrero de 2012

ESTE JUEVES UN RELATO



PERSONA QUE ES CURIOSA, TIENE UN REFRÁN PARA CADA COSA.


Como esta semana la cosa va de refranes, he decidido escoger dos que son muy antagónicos.: “A quien madruga Dios le ayuda” y “No por mucho madrugar amanece más temprano”. Según la Real Academia Española, un refrán es un dicho agudo, sentencioso y de uso común. Aunque parece que no tienen nada que ver estos dos, yo le he buscado la relación.

Como estamos en crisis, las colas del INEM están siempre llenas, tanto para buscar trabajo, como para que le den a uno una pequeña paga y pasar estos tiempos de vacas flacas. Uno de estos casos era el de un chico que justo finalizados los estudios de la ESO dijo: -Por fin, se acabó el suplicio, ahora a trabajar, -Iluso de él-. Además éste tenía un problema, era muy vago y le gustaba mucho dormir, total, que el poco trabajo que había se lo llevaba otro, porque llegaba tarde a todos los lados. El padre siempre le decía:- Hijo mío “A quien madruga Dios le ayuda” y le contaba el caso de un vecino suyo que gracias a madrugar encontró en la calle una bolsa llena de dinero; pero el hijo muy listo le respondía:- Pues parece que le fue peor al que perdió la bolsa y madrugó más, así que el padre se quedaba sin argumentos. Lo que está claro es que la ansiedad es muy mala consejera y supongo que este mozo pensaba, que era mejor tener paciencia porque a veces las cosas suceden después de una serie de acontecimientos, en los que no podemos intervenir, así que madruguemos o no madruguemos da igual. el sol saldrá a su hora, o sea que “No por mucho madrugar amanece más temprano”. Este refrán el chico si se lo tomaba al pie de la letra y no se preocupaba en absoluto.

El padre cansado de la actitud del hijo decidió darle una lección, y una noche de las muchas en que el chico llegó bien tarde de una juerga, con todo el dolor de su corazón le cerró la puerta y hasta cambió la cerradura. El pobre se pasó la noche en la escalera y ya de madrugada cansado y sin poder dormir, decidió regresar a la calle. Aun no había amanecido, el sol salió como siempre a su hora y pudo contemplar un amanecer precioso. A primera hora por iniciativa propia se acercó a las oficinas del INEM y mira por donde le ofrecieron un puesto de mozo de almacén en una fábrica cercana. Se presentó y consiguió el trabajo, no sin antes advertirle el dueño que la puntualidad era muy importante, porque sino sería castigado y lo echarían rápidamente. El chico algo compungido le contestó:

-No se preocupe no llegaré tarde.

En este caso el primer refrán le fue bien a nuestro protagonista; sin embargo comprobó que el segundo también le ayudó a ver una maravillosa puesta de sol; aunque tuvo que esperarse un poco para disfrutarla.