DESPUÉS DEL PARTIDO
Después del partido,
había quedado con sus amigos en la Plaza Cataluña. Por suerte
la goleada de su equipo fue genial y le esperaba una gran noche. Se acercó en
metro con aquella bandera lanzando cánticos que le subían la adrenalina.
La Plaza Cataluña estaba llena, no cabía
ni un alma, la gente vestida como el equipo ganador, agitando banderas y dando saltos de alegría por el triunfo
conseguido. El concierto de celebración estaba a punto de comenzar; aunque él
sólo ansiaba que la mayoría marchase y comenzara la verdadera fiesta. Ahora soltaban la
monserga esa de que debian de comportarse, porque nuestra imagen se transmitía en
todo el mundo; pero a él eso no le importaba, lo del niño bueno no le iba, la
verdad, no se llegaba a nada siendo un niño bueno, y la sensación que sentía
cuando hacía algo incorrecto no se pagaba con nada.
Por fin empezaba a
dispersarse la gente, momento que aprovecharon para dirigirse a las Ramblas, En
la mochila llevaba un bate escondido, ahora llegaba el momento de sacarlo a la
luz. Se colocaron el pasamontañas y comenzaron a romper los vidrios de los
escaparates que iban encontrando. El
sonido de los mismos al estallar después de un golpe certero, era
extraordinario, como una música celestial. Chillaban y reían como posesos, sólo
les faltaba para completar su felicidad, que algún pringado se les enfrentase,
entonces el bate se les descontrolaría y sentirían el crugir de los huesos de
aquel pobre diablo, sólo en ese instante se sentirían completamente realizados. Él y sus amigos observaban
su alrededor; pero para su desgracía, se encontraban en la más absoluta soledad.
Ellos, unos vándalos si, al menos eso
decía el resto de la sociedad; sin embargo en su opinión había gente peor, como esos muermos de niños buenos y correctos.
¿Cómo podían decir que una vida tan triste les hacía felices? Imposible, se
merecían un castigo, ¡qué rabia, seguro que estaban en su casita durmiendo!.
Siguieron su
camino dejando a su paso un rastro de
destrucción, bancos destrozados, farolas tiradas y vidriós rotos, En este
éxtasis de maldad llegó un momento que
todos estaban como hipnotizados, De
golpe, una gran red calló sobre ellos y una luz cegadora los dejó sin visión. Entonces se
oyó una potente voz:
-¡Los
leones ya han caido en la red, estirarrr...!
En el cielo un
helicóptero subió la gran red que como una bolsa cerrada elevó a los vándalos
hacía los infiernos. Estos, con los ojos desorbitados gritaban espantados ante
lo desconocido. Nunca más se supo de ellos.
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