Era una noche muy clara, la luna llena se reflejaba en el lago. Los chicos
acampados estaban felices cantando canciones donde la amistad y el amor eran
los principales temas. Sus caras, iluminadas por la fogata y por la luna, les
daban un aspecto algo siniestro; aunque nadie le dio demasiada importancia. La
noche y el alcohol comenzó a causar sus efectos sobre aquellos jóvenes, que poco a
poco perdieron su inhibición, dejándose llevar
por sus instintos.
Los primeros rayos de sol penetraron
en aquel claro del bosque, uno a uno fueron despertando, con una
sensación extraña, se miraron y rieron acordándose de su experiencia nocturna;
pero uno de ellos no despertaba. Se acercaron y le tocaron, no se movía, estaba
muerta y dos puntos rojos habían aparecido en su cuello. Se volvieron a mirar
espantados, nunca más nada sería lo mismo, nunca más.
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