Le doy las gracias a Mónica por la excelente postal que nos ha regalado, y que año tras año se supera más.
Esta semana Juan Carlos nos propone un puzzle donde tienen que aparecer los siguientes temás:
1) Una actriz en decadencia. Nadie la llama porque con
la edad ha perdido su belleza y no ha sabido reciclarse como actriz madura.
2) Un luchador de sumo que se prepara para el combate de
su vida.
3) Una piscina en el atardecer.
Mónica mira el atardecer a través de la ventana y sueña
con sus tiempos de gloria, cuando era la
actriz de moda de las películas de los años ochenta. Lleva más de cinco años
sin que nadie la llame, se olvidaron de ella, se había hecho mayor y preferían
a otras actrices para hacer de madres o amigas de sus madres. Los ahorros iban
llegando a su fin y aunque se encontraba tranquila, la preocupación comenzaba a
dar señales de vida.
Se fue a la cocina a prepararse
alguna cosa para cenar. La verdad es que la nevera no tenía casi nada, bueno,
improvisaría como hacía siempre, para ella sola daba igual. Desde que se separó
de Fernando lo de la cocina, como que había dejado de interesarle.
Se sentó en el sillón y se puso a
ver la televisión, al menos se entretendría un rato. Qué extraño, pensaba,
normalmente cuando hablan de deportes siempre lo hacen del dichoso futbol, y
ahora hablaban de ese deporte japonés, el sumo, es raro. Agudizó el oído y
decían:
--Takeru Aka, luchador de sumo, se prepara para el combate de su vida,
después del cual dejará la lucha.
Necesita ganar para trasladar a su madre a Houston y pagarle una gravísima
operación que pueda curar su cáncer. Todo el mundo se ha volcado con Takeru. Él
lo agradece; pero solo quiere luchar
para conseguir el campeonato de sumo.
Una historia bien bonita pensó
Mónica, se nota que es un excelente hijo. Acabó de cenar y decidió darse un
baño en la piscina de su jardín. Tenía que aprovechar mientras podía, quizás un
día de estos no le quedaría más remedio que marcharse a otra casa más pequeña, pues
no le llegaría el dinero para mantenerla.
Se puso su traje de baño y bajo
la luz de la luna se metió en la piscina. Mientras sumergía la cabeza se sentía libre y no pensaba en nada, solo
disfrutaba del agua y de esa suave sensación que recorría todo su cuerpo.
Después de unos diez minutos salió lentamente y se tumbó en la hamaca,
deleitándose de esa leve brisa de verano que le rozaba su cara. Así, relajada
cerró sus ojos y se quedó adormilada. Cuando oyó el teléfono, pensó que era un
sueño; sin embargo ante la insistencia se levanto sin mucha prisa y fue a
cogerlo. Ya era un poco tarde, no sabía quién podría ser:
--¿Diga?
--¿Mónica Santiago?
--Si, soy yo. ¿Quién es?
--Hola buenas noches siento
molestarla a estas horas. Soy Alejandro Amenábar, y me interesaría que
trabajara en mi última película.
Se hizo un silencio.
--¿Está usted ahí?
Mónica no se lo podía creer, le
estaban ofreciendo un papel. De todas maneras no quería que se le notara
ansiosa, y le dijo:
--Tanto gusto Alejandro. Si no te
importa me gustaría ver el guión.
--Como no, se lo envió por email
y ya me dirá. ¿Le parece?
--Muy bien, seguimos en contacto.
Regresó a la piscina y se lanzó
al agua con un gran grito de alegría. Cuando
todo parecía perdido, un hilo de esperanza se abrió ante ella.
Tal vez, después de todo no
tendría que abandonar su casa.