LA NATURALEZA QUE MÁS ME IMPRESIONA
Sentada al lado de la ventana de la
habitación de aquel hotel de alta montaña en Noruega, no podía de dejar
observar aquel valle que tenía delante de mis ojos. Montañas de diferentes
tonos se encadenaban hasta fundirse con la atmósfera que le rodeaba, y a la vez,
un gran manto verde limón tapizaba el
suelo del valle, con unas pequeñas casas que lo poblaban, un pequeño río y un camino curvilíneo que llegaba hasta el hotel donde me encontraba. Aquello era demasiado para mis ojos, de una belleza
extraordinaria, tanta, que no tuve más remedio que intentar plasmarla
en una pequeña acuarela, descubriendo poco a poco al coger el pincel, la
gran variedad de verdes que se podían observar, mezclados con los grises de la
roca, pocos en algunas de las montañas más llenas de vegetación y muchos en las montañas secundarias que
seguían a estas primeras. Poco a poco esas montañas iban adquiriendo tonos
azulados y lilas provenientes del cielo
en las que quedaban confundidas, y a medida que pasaban las horas y cambiaba la
luz, esos tonos se transformaban totalmente. Cuando acabé quedé un poco
decepcionada, imposible plasmar tanta belleza; sin embargo había disfrutado
intentándolo.
Sentía una sensación difícil de explicar, una emoción que rayaba con la
felicidad, una felicidad que te hacía desconectar del todo con el día a día , dedicándote solo a deleitarte con toda
aquella inmensidad que te rodeaba, absorberla y llevarte aunque fuera un trocito
dentro de tu corazón y por supuesto de la cámara, para que desde casa siempre
que quieras, puedas rememorar esos momentos inolvidables de aquellas vacaciones
de agosto del 2018.
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