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miércoles, 27 de abril de 2011

ESTE JUEVES UN RELATO




LA RADIO DE LA NOCHE

SI ESTÁS DESPIERTO LLÁMAME

- Bienvenidos a “Si estás despierto llámame” un programa donde vosotros tenéis la palabra, aquí os escuchamos, os entretenemos y os ponemos vuestra música favorita. Hoy Lunes dieciocho de Abril ya estamos en semana santa, muchos seguro que nos oirán desde las carreteras viajando a su lugar de descanso, no se olviden de parar cada tres horas y de ir con cuidado al volante. Bien amigos, me dicen que ya tenemos la primera llamado.¿ Si… amigo o amiga? ¿con quien hablo?

Al otro lado del hilo telefónico, una voz femenina, melancólica hablaba al locutor.

-Buenas noches Alberto.

-Buenas noches ¿Desde dónde nos llama amiga?
-Eso no importa, estoy en un sitio lúgubre y húmedo.

El locutor insiste
-Perdona amiga, las normas son las que son, me ha de decir desde donde llama.
-Bien, no me importa, te hablo desde Barcelona
-¿Qué deseas amiga de Barcelona?
-Necesito hablar con alguien, no puedo más
-Tranquila, estamos aquí para escucharte.
-Quiero dejar a mi marido, me maltrata, y tengo miedo.
-¿Lo has denunciado?
-No me atrevo, me matará. Cuando nos casamos todo iba bien; pero al nacer nuestro primer hijo, empezó a cambiar, se enfadaba por todo, decía que lo tenía abandonado, y que sólo estaba pendiente del niño. Le daban ataques de furia, tiraba la comida y cuando se hartaba me golpeaba a mí. Yo tenía miedo por el niño, no quería que le hiciera daño. Él, al cabo de un rato se arrepentía y pedía que le perdonara; pero después volvía a lo mismo. Ahora, estoy con mi hijo escondida en un lugar que él no me encontrará; pero el pánico me invade.

Alberto no podía creer lo que le estaba sucediendo; había oído de todo; pero esto le superaba, debía de tomar cartas en el asunto.

-Amiga, tranquilízate, dime donde estás, si quieres a micrófono cerrado, y te irán a ayudar.
- ¡No, no, me encontrará! Yo sólo quiero desahogarme, que me escuchen, sólo quiero eso.
-Bueno; pero necesitas a alguien que te diga el camino que has de seguir, deja que te echemos una mano.

De pronto, colgaron el teléfono, y una sensación de impotencia invadió el cuerpo de Alberto, no podía dejar aquella mujer así después de todo lo que sabía; aunque debía seguir el programa, la audiencia mandaba y seguro que detrás del teléfono otras personas esperaban para contar sus problemas. Descolgó y efectivamente otro amigo estaba detrás del hilo, también necesitaba hablar, como todos los oyentes que llamaron hasta el amanecer. Cuando acabó el programa, Alberto ya no se acordaba de la primera persona que llamó desesperada por su situación, todos los demás la hicieron desaparecer de su pensamiento, su caso era como el de tantas otras mujeres que mueren en el anonimato de la noche. Mañana sería otro día, donde Alberto cogería el micrófono y esperaría ansioso las llamadas de los oyentes para mantener la audiencia de cada noche.

miércoles, 13 de abril de 2011

ESTE JUEVES UN RELATO





RELATO HISTÓRICO


LA REFUGIADA



Cuando vino la guerra civil, mi madre tenía doce años, una edad más que suficiente para guardar muchos recuerdos de esta época. Es de un pueblo de Jaén, como tantos otros de Andalucía. Allí, los nacionales no tardaron mucho en entrar, no sufrió bombardeos, por eso les enviaban bastantes refugiados de otras poblaciones donde las cosas iban peor. En casa de mi abuela aterrizó una señora de mediana edad, que venía a comer y a cenar cada día, la pobre hacía un enorme recorrido con una cuesta tremenda para llevarse a la boca unas pocas lentejas o patatas, porque debido a la escasez de alimentos disponían de lo mínimo imprescindible.

Cuando se sentía el sonido de los aviones, la gente salía a las ventanas para verlos. Aquella refugiada sorprendida les decía: -Como se nota que aquí no han bombardeado, sino os esconderíais debajo de las mesas. Y era verdad, aquí la guerra estaba en el frente, se llevaron muchos ciudadanos jóvenes que no tenían más remedio que incorporarse a filas, no sabían ni coger un fusil; pero su obligación era combatir al enemigo, y algunos, jamás volverían.

Mi madre no se enteraba muy bien que pasaba; sólo que sus hermanos se encontraban en el frente a su pesar, iban forzados, también observaba que los rojos -como ella decía-, sacaban los santos de las iglesias fuera, y eso, no estaba bien, ¿qué les habían hecho los pobres santos para que los pusieran a hacer guardia?, porque el pobre cura de la parroquia ayudaba a todo el mundo y no se merecía esto, fijaros si era bueno que lo que le mandaban sus padres se lo daba a los pobres; pero la guerra sin sentido era así, no se entendía nada. Mi madre me decía que a algunos ricos se los llevaban a hacer el paseíllo y nunca más volvían. No se daba cuenta quien mandaba, sólo veía que la guerra era muy mala y quería que se acabara.

Los nacionales casi no encontraron resistencia y enseguida tomaron el pueblo, acabando con los pocos grupúsculos que les hicieron frente. La refugiada de la noche a la mañana desapareció, seguramente acabaría la pobre en prisión o en la cuneta de cualquier camino.

sábado, 9 de abril de 2011

VILAPOÉTICA



Compañeros, no puedo por más que dirigirme a todos vosotros para explicar las sensaciones de este día maravilloso. Una jornada rebosante de cultura, poetas leyendo sus creaciones del libro "Antología de Vilapoética" que me transportaban a los diferentes mundos donde se sumergían sus autores, revistas literarias como "El Terral" que nuestra compañera bloguera Malagueña Lola Buendía ha puesto en marcha con muchísimas secciones donde pueden colaborar todos los escritores y artistas que lo deseen; la lectura del libro de relatos "El Crack del 2009", aquí algo nerviosa he leido un párrafo de mi relato. También muy interesantes las exposiciones de compañeras fotógrafas, que nos acercan a trozos de una realidad a veces cercana y otras lejana; pero que tanto una como otra forman parte de nuestro mundo. Una cosa curiosa que he podido observar y de la que conozco poco, son las exposiciones de poemas visuales. En ellos se une la palabra y la imagen para explicar sensaciones y verdades del artista, creando un impacto visual muy interesante.
He sentido una gran alegría al conocer por fin, después de cuatro años de mantener contacto a través de los relatos, a mi profesor virtual de escritura Ramón Alcaraz -autor del blog "El desván de la memoria"- teniendo ocasión de hablar distendidamente de todos los proyectos que están en marcha relacionados con la literatura. Al igual que a Ramón también he podido conocer a personas muy interesantes relacionadas con este mundo, como a la organizadora del evento y poeta magnífica Noemí Trujillo, que ha realizado un trabajo extraordinario montando todo este espectáculo, y a Mercedes Sallvador una abogada poeta y editora que reside en Manhattan y ayuda a los escritores noveles a introducirse en este mundo tan complicado. En fin, un día para no olvidar y esperando que se repita otro año, ha valido la pena de verdad.
¡Ah por cierto! algún compañero como Juan Carlos me dijo que estaba interesado en adquirir el libro "El Crack del 2009". Noemí me ha dicho que le escribáis a su correo y ella os enviará el libro, vale 12 euros.
noemitgiacomelli@gmail.com
Aquí os dejo unas fotos de este magnífico día


miércoles, 6 de abril de 2011

ESTE JUEVES UN RELATO


A CUATRO MANOS

ESCULPIENDO A BÁRBARA








Mientras firmaba el albarán que daba fe de que ese trozo de mármol había llegado en tiempo y forma a su estudio, Baltasar ya sabía como lo iba a utilizar. Mirando la pieza, todavía tan dúctil para ser convertida en cualquier cosa, la acarició diciendo:
- Bárbara, sabía que finalmente serías mía.
Cayó la noche, se fue la luz. Con la poca iluminación que le daban las dos velas medio gastadas que encontró, empezó a trabajar, lo necesitaba, cuanto antes mejor, la inspiración que sentía en ese momento le daba una gran fuerza que necesitaba canalizar.
Cogió el puntero y empezó a desbastar aquel bloque aún sin vida, en el que sabía se escondía Bárbara. Después de tres horas, ese mármol ya no parecía tan frío, iba tomando forma. Estaba cansado; pero ahora no era tiempo para dormir. Cambió de instrumento, tomó el cincel dentado para dar a su creación, a su amor, el volumen deseado. Se emocionó al advertir que ya se entreveía la silueta de la cabeza, Notando que el brazo cada vez le pesaba más, supo que debía descansar; aunque en esos momentos le era imposible. La adrenalina que circulaba por su cuerpo alimentaba su furor creativo.
Ya no disponía de la fortaleza de antaño, los años le iban causando mella, se acercaba a los sesenta y eso se notaba, las canas iban asomando poco a poco en su pelo largo moreno y ligeramente ondulado, en eso no había cambiado, siempre le gustó esa medida. Para trabajar ya usaba gafas, la presbicia comenzaba a causarle estragos. Últimamente decidió que desapareciera de su cara la barba, le entró la manía de que ya nadie la usaba, salvo los gays. Viejo maniático, fuerza mermada, pero más creativo que nunca.
Rendido a la necesidad de dar descanso a su cuerpo, se sirvió una copa mientras su cerebro seguía ideando como incidir en el bloque de mármol para llegar a las formas soñadas, las formas de su Bárbara. El alcohol relajó al artista, que miró su obra, constatando lo que ya era realidad y entreviendo lo que pronto sería patente.
Recuperada su energía, comenzó el trabajo fino, esos pómulos prominentes, esa nariz afilada, mas no estrecha, esas orejillas pequeñas y redondeadas surgían de su maestría.
Iba hendiendo el trépano para conseguir los orificios nasales, auriculares, la boca entreabierta para que asomara esa dentadura de piezas pequeñas con una ligera imperfección que la hacía única.
Se separaba, miraba a la figura que iba resultando, y le decía – Bárbara, mi amor, ya llegas, ya llego.
Según realizaba el rostro, éste adquiría funcionalidad. Así, a medida que los ojos iban tomando su forma no solo veía aquellas pupilas mágicas, también se sentía observado, y cuando las orejas quedaron configuradas notó como
La cara estaba prácticamente acabada, solo faltaba pulirla. Agarró el esmeril y comenzó a frotar insistentemente la superficie. Empezó por la frente, poco a poco iba quedando lisa y brillante, continuó por los ojos, hasta perfilar esa mirada penetrante y arrolladora, siguió con la nariz que daba una gran armonía a su faz, las orejas, y por fin la boca, poniendo brillo a esos labios gruesos y sensuales. El cuello esbelto, unos hombros redondeados y bien formados, fueron el final de aquel trabajo de pulido.
Posó las manos sobre la obra, acariciándola lentamente, sintiendo la suavidad que sus herramientas habían logrado, cerrando sus párpados agudizó el sentido del tacto, ya no notaba el frío mármol sino la piel de su querida Bárbara, si ¡Bárbara!. Al pasar la mano sobre su boca, un beso le hizo estremecer de placer.
El nuevo día llegaba, un nuevo sol alumbraba su creación. Se sentó frente a ella y mirándola sintió su reproche. Bárbara le hablaba, le recriminaba. ¿Por qué?
-¿Que él la quería? ¿Y por qué pospuso tanto su creación? -, era un artista egocéntrico, ¡menudo amor! Que ella, como Penélope, deseándole tanto tiempo y, ¿quien llega?, un hombre mayor y sin atractivo. - Tú no eres quien yo espero.
No, no se merecía que le tratara así, después de crearla, de tanto sacrificio. Tras tantos años siéndole fiel, sin siquiera pensar en amar a ninguna otra. Se sentía vacío, castigado, con un peso inaguantable dentro de su pecho. Se tapó los oídos, ni quería ni podía seguir escuchándola. Miró aquella cara perfecta fijamente, acercó sus manos, la elevó por encima de su cabeza y, lanzando un gran grito, la arrojó contra el suelo, con tal fuerza que su amada quedó hecha añicos. Baltasar se tiró al piso llorando como un niño, igualmente hecho añicos, sabiendo que la había perdido para siempre.
En su infantil rabieta se pinchó con la punta afilada de uno de los trozos. Quedó quieto, se sentó y soltó una risotada. Instante de clarividencia: la mujer perfecta es una entelequia. Solo puede ser ideal para el hombre perfecto. Entonces se dijo.
- No Baltasar, no eres más que un hombre imperfecto. Tu mujer ideal es una mujer imperfecta. Esa que te sonríe cuando recoges el correo, la que te pone ojitos.
Ni corto ni perezoso y pese a su estado deplorable, recogió un par de flores de papel, de esas que realizó con sus alumnos. subió al 3º E, llamó al timbre y minutos más tarde, cuando una mujer casi sesentona, enfundada en una bata morada, abría la puerta y le miraba entre confundida e ilusionada; él desplegó la más seductora de sus sonrisas ofreciéndole las flores, al tiempo que musitó:
- Beatriz, acabo de aprender una lección que seguramente será la más importante de mi vida.


Esculpido y pulido por Carmen y Juan Carlos.
Otros rostros a cuatro manos en el blog de Gus