El tema de la violencia de género
es uno de los que más me interesa en estos momentos, precisamente estoy
intentando escribir un libro sobre ello. Me interesa no sé si más o menos que
otras mujeres; pero a mí me hiere profundamente simplemente por el hecho de ser
mujer, y aunque yo no esté pasando por ese calvario gracias a Dios; me solidarizo con tantas mujeres que están
viviendo malos momentos.
El viernes pasado estuve en una manifestación nocturna, como muchas más que se hicieron en multitud de
ciudades de nuestro país. Decenas de linternas tiñeron de violeta las calles, denunciando las
barbaridades que les están sucediendo a nuestras mujeres, solo por el hecho de
serlo. Es algo que tiene difícil solución y como dice el título, muchas de estas
mujeres perdonan a su pareja la primera vez que les golpea, o la primera vez
que las insulta tratándolas de inútiles, cuando les mira el móvil, cuando le
controla sus salidas y su dinero, y ella le perdona porque no se da cuenta del
final de la historia y piensa que es culpa suya, que seguro que cambia, que tal
vez pasó un mal día, y sobre todo le perdona, cuando él viene después de
pegarle por primera vez y le dice que no lo hará más, que le perdone, que la
quiere más que a su vida, y ella le cree, y le vuelve a creer, hasta que un día
acaba matándola, y ya...es demasiado tarde. Esas mujeres tienen la autoestima
por los suelos, tienen depresión, no pueden salir de ese agujero sino les
ayudan, incluso cuando dan el paso de la denuncia, necesitan esa ayuda psicológica que seguramente les
proporcionarán las casas de acogida; pero nunca serán las mismas, porque
sentirán el aliento de aquel hombre por mucho tiempo, y saben que no pueden
salir solas a la calle, cualquier descuido puede ser mortal.
Cada semana se debía de salir a
la calle, no se puede permitir llevar más de cuarenta mujeres muertas en lo que
va de año sin hacer nada, las autoridades no hacen suficiente, ya sabemos que no es nada fácil, sobre todo entrar en la intimidad del hogar
es muy difícil; pero es un problema de
todos y aunque no sea a nosotros a quien nos sucede, seguro que muchos somos
vecinos o amigos de alguien que está pasando por algo así, y es nuestra
obligación ayudar y denunciar.
Siempre he pensado, esto es una guerra que no la ganaremos sin la ayuda
de los hombres. Muchos de ellos ya están concienciados, solo les falta dar ese
paso y ayudar a que esta lacra se acabe. Yo...tengo esperanzas, no está todo
perdido, seguro que aunque perdamos batallas y la guerra sea larga, la conseguiremos
ganar.
MÁS PERDONES EN LA CASA DE GUS