MI CALLE
Tenía dos imágenes de mi calle y he escogido ésta porque transmite más vida. La vía se divide en dos partes separadas por un parque. Yo vivo en la parte inferior, más plana y transitada, como una gran urbe. A través de ella se enlaza con la autopista. En pocos metros encontramos cuatro bares, y todos llenos casi siempre. Mi ciudad es la ciudad de los bares, y ahora con las terrazas se hacen más visibles. Hace poco ha sido la fiesta mayor, es entonces cuando te das cuenta de todo el personal que vive aquí. Los conciertos, las exposiciones, y las actividades para nuestros mayores hacen palpable este hecho.
La parte de arriba de la calle, la de la montaña, no se parece nada a la de abajo, es mucho más tranquila, a pesar de su mayor longitud, no existen tantos bares y desde luego se nota menos presencia humana, sólo en alguna ocasión descubrimos un transeúnte que pasea, o bien se dirige a la parte más populosa para comprar, o va de paso hacia un medio de transporte, o incluso pasea por el simple placer.
Salgo al balcón y observo el bullicio de la calle, el autobús parado en el semáforo dispuesto a girar para llevar a los pasajeros a sus destinos, los coches con niños y niñas que llevan sus padres a los colegios de la zona, otros automóviles bajan y se dirigen a la autopista de Mataró. Después de la tranquilidad del verano, donde los sonidos se vuelven susurros, comienza el curso y regresa la rutina del trabajo y de la escuela. Es entonces cuando estos sonidos se vuelven más ruido y las prisas retornan a nuestra vida. Respiro hondo y me preparo para encarar una nueva etapa donde los días con sus noches regresarán, ayudándome a normalizar mi vida nuevamente.