Picó fuerte con los nudillos, le resultó extraño no encontrar a nadie
haciendo cola. Dentro se oyó una voz grave que le interpeló a entrar. Poco a poco abrió y dentro se encontró una gran
sala, y al fondo un ser minúsculo detrás de una gran mesa. No era posible que
de esa persona hubiera salido aquella voz profunda; pero se equivocaba, sobre
todo cuando volvió a hablar:
--Pase, pase no se quede ahí.
Raquel se acercó incrédula hacia la enorme mesa y si,
verdaderamente no había visto nunca una persona tan pequeña como aquella.
Viendo la indecisión de aquella muchacha, le dijo:
--No se preocupe por mi aspecto, ya se acostumbrará, tuve un problema de
crecimiento, y este es mi tamaño; pero ya sabe aquel dicho: En frasco pequeño
se guarda la buena confitura, así que
deje de mirarme como un bicho raro. Le diré en que va a consistir su
trabajo, después usted decide. De la oficina de empleo me pasaron su
curriculum, y he observado que anteriormente trabajó de secretaria para un
hombre de negocios, domina tres idiomas y es discreta, ya se le ve. Quiero que
trabaje para mí.
Raquel se quedó muda. Aquel mini hombre seguía hablando.
--Soy dueño de un equipo de futbol, he invertido mucho en él y quiero que
me acompañe a distintos países de Europa para realizar fichajes. Ya, ya sé que
me dirá que no tiene idea de eso, o a lo mejor si; aunque según su curriculum
no creo. Por eso no se preocupe. Usted solo tiene que indicarme si aquella
persona con la que hablo me toma el pelo o no, comprenderá usted que por mi
tamaño, a veces tengo algunos problemas; pero eso no se debe de notar. Usted
solo me tiene que hacer ver que lo que hago es correcto o no, me mira y si es
correcto no hace ningún gesto y si me toman el pelo me guiña el ojo. ¿Qué le
parece?
Como iba a decir que no, por fin
tenía un trabajo. Así que enseguida comenzaron los viajes, primero a Alemania,
después a Inglaterra y por último a Francia. En los dos primeros todo fue sobre
ruedas, Raquel le guiño el ojo unas cuantas veces y no hubo problemas; pero
llegó Francia, donde se encontraba un delantero soñado por muchos equipos. Quedaron
con el presidente del club en un hotel para desayunar. Todo empezó como se
esperaba, sin embargo, de pronto una mosca empezó a molestarlos, con tan mala
suerte que se poso en el ojo de Raquel, haciendo que esta cerrara el ojo, entonces
su jefe pensó que le tomaban el pelo y de muy malos modos dio por acabada la
conversación. La chica salió detrás para
enmendar su error; pero aunque el jefe quiso pedir perdón a su interlocutor,
este no quiso saber nada y se cerraron las negociaciones. Ni que decir tiene el
error de Raquel fue pagado con un despido fulminante
Otra vez al paro, y pensar que por
guiñar un ojo inadecuadamente se acabó su felicidad, y es que ¿A quién se le
ocurre poner esta señal de comunicación?
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