LA VENTANA INDISCRETA
Desde luego, nunca imaginas lo que te puede suceder en esta vida; y en un momento, ¡ZAS! te cambian todos los planes. Eso es lo que me pasó cuando un día de noviembre tuve un accidente de coche, me rompí una vértebra y pasé muchos días postrada, primero en la cama y después en el sillón del comedor de mi casa.
Al principio, leía bastante; pero como me cansaba, también me dediqué a observar lo que pasaba por la calle a través de mi ventana, a modo de entretenimiento. En una de esas chafarderías, porque no se puede decir de otra manera, percibí en el piso de enfrente unos individuos que llevaban una vestimenta algo estrafalaria, que realizaban unos extraños movimientos. Al principio pensé: “Irán a un baile de disfraces”. Poco a poco me fue llamando la atención aquellas personas que paseaban con esa ropa tan sorprendente; y como a través de la vista desnuda no se observaba con exactitud lo que hacían, decidí coger unos prismáticos que tenía arrinconados en mi habitación -sólo utilizados para distinguir la luna o las estrellas del firmamento- para acercarme a la escena que sucedía tan cerca de mí, porque me era imposible resistirme a la tentación. Aunque lo veía todo más cerca, no conseguía averiguar lo que acontecía, parecía que ensayaban una coreografía.
Cada día, al levantarme, después de desayunar me aproximaba a la ventana, y con los prismáticos miraba y miraba sin apartar la vista, las horas se me pasaban muertas, esperando que pasara algo extraño que me hiciera alimentar mi curiosidad. Y por fin llegó ese día, eran las cinco y media de la tarde cuando picaron a la puerta. Al abrir apareció en el lindar una chica con un micrófono y un cámara. Yo me quedé estupefacta y cortada a la vez, porque no entendía nada; aunque enseguida me lo explicaron. La televisión estaba realizando un experimento que consistía en poner a unos individuos en un piso determinado con la misión de exhibirse a través de la ventana. A la vez, colocaban fuera una cámara móvil, que cuando captaba alguna persona que observaba la escena siendo constante en su empeño, esta se movía y rápidamente grababa a la observadora, convirtiendo su vida en un reálity que todo el mundo podía ver. Yo me puse como una furia y les insté a dejar mi casa, no sin antes advertirles que les denunciaría; aunque ellos sin inmutarse me contestaron que a la vez que yo había invadido un espacio privado, ellos habían hecho lo propio y que si no lo descubrí fue por mi ansia de curiosear a los demás. Se fueron y me quedé meditando sobre lo que me acababa de suceder, y al final llegué a la conclusión que me estaba bien empleado por ser tan chafardera.
20 comentarios:
El cazador cazado, bien merecida tenias que te pagasen con la misma moneda.
¿Y de que iban esos tipos? No nos lo has aclarado.
Uyuy, que peligroso es espiar por las ventanas, gracias a estos relatos me voy dando cuenta.
Que momento, te dejo un beso, que tengas buen fin de semana.
Ahjajaj eso te pasa por curiosa ... aunque la tentación era grande claro.
Esto es algo que puede pasar perfectamente, cualquier día nos vemos a nosotros mismos en la tele participando de una cosa como esta sin saberlo!
un beso
Hola Carmen. Después de leer tu relato,me pensaré mucho el uso de mis prismáticos. Vaya que si.
Muy entretenida tu historia.
Un abrazo.
Maat
¡Qué bueno!. Ya sabes... lección aprendida.
Me ha encantado el relato. Te ha estado muy bien. Por "fisgona"
Un beso
:)
Maravillosa y simpática situación. A quién no le hubiera ocurrido igual?
La curiosidad mata al gato.Me ha encantado.
Un saludo.
qué bien lo has contado, algo que si bien no fue verdad, podía haber sido, y en casi todos los casos por los comentarios incluso el mío... la curiosidad es condición humana, quizá lo que hace daño es un exceso de ella y por supuesto cuando invade la privacidad del otro, y termina haciendonos esclavos tornando nuestra vida en algo inútil. Ahora bien. el final, es justo y coincido con tu conclusión. besotes.
Ya se sabe la curiosidad mato al gato.
Por curiosa las tornas dieron la vuelta.
Muy bueno.
Besotes.
Paola.
Sí! nos gusta mirar y curiosear a los demás, pero no a la inversa! jajajaja. Es muy fácil sentirse invadido, pero si lo hacemos con los demás,pensamos que esalgo inocente y no hace daño! Somos así de contradictorios! jejeje
un abrazo, buen finde!
Muy bueno tu relato, Carmen. Una lección magistral de cómo funcionan las cosas. Nunca pensamos que la tortilla se puede volver del otro lado y cuando esto sucede nos quedamos "planchaos".
Enhorabuena,
besotes, Merce.
suele pasar que a la vez que observamos somos observados sin darnos cuenta, asi que ellos estaban alli solo para demostrar que podia haber gente chafardera, vayao por dios, a partir de ahora me guardare mi curisidad...
Muy buen relato, pero mala conclusiòn. A ver largado un bueno, y què.
Un saludo.
Bueno, y ¿que ibas a hacer?
Estabas aburrida, y la unica distracción era mirar por la ventana.
Nada, no tienen razón de acusarte de espiar. Si necesitas a una abogada de causas perdidas, dimelo.
Un besito
Gracias a todos y todas. Hoy he estado en una comunión y no os he podido leer; pero mañana sin falta me pondré.
Besos
Muy ingenioso, usar exhibicionistas de carnada para pescar curiosos infraganti y exponerlos a ellos... Qué bueno jajaja, una cucharada de su propia medicina...
Besos!!
¡Qué manera de construir un argumento tan bien logrado, tan redondito, tan simpático y hasta con moraleja al final!
Me gustó mucho tu relato, muy completo y creativo. Saluditos
Menuda situación, eso nos pasa por ser curiosos, nos gusta mirar pero no que nos observen a nosotros.
Me ha gustado tu ventana
Un beso de Mar
carmen andujar, dime c0n quien andas y te dire...carmen andujar, si quier0 peces y me m0j0 le cul0, el cul0 quiza quiera peces...carmen adujar,si miras, seras mirada...carmen andujar, n0 p0r mirar desde, la mirada sera devuelta...carmen andjar,mira el 0j0 ajen0 que el pr0pi0 esta cieg0...carmen andujar, 0le 0le 0le...la pillar0n¡¡¡¡
gracias.
p0r ciert0, mi ventana esta abierta dia y n0che, te p`rest0 un0s prismatic0sssss¡¡¡
Jajaja, qué original y qué divertido, Carmen.
Me ha gustado.
Un beso.
Recordemos q a James Stwart casi le cuesta la vida eso de curiosear :-) buen relato, un abrazo fuerte, fuerte.
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