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viernes, 5 de febrero de 2010

SÁBADOS LITERARIOS DE MERCEDES


LA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Ramón vino con sus padres y sus hermanos a Hospitalet desde Andalucía. Sus padres, desde el principio, se tuvieron que buscar la vida y trabajaron en lo que buenamente encontraban. El padre se pasaba casi todo el día fuera de casa, para llevar su pobre sueldo a la familia. Ramón estaba muchas horas en la calle jugando, se fue haciendo mayor y comenzó a frecuentar amistades algo peligrosas. Comenzó fumando porros; pero poco a poco esto se quedó corto y un día le convencieron para pincharse heroína. La sensación que sintió fue formidable, la visión de otro mundo le hizo continuar y continuar por esa caída en tobogán sin final. Trabajaba esporádicamente; porque enseguida que percibían su comportamiento lo despedían. Sin trabajo y sin dinero decidió robar, primero hurtos de poca monta y después más cuantiosos para conseguir su droga. Un día lo detuvieron y dio con sus huesos en prisión; aquí las cosas no cambiaron demasiado, la droga entraba por diferentes conductos y no tenía muchos problemas en conseguirla. Cumplió su pena y fuera, al contrario de redimirse, su vida se fue hundiendo cada vez más. Volvió a los robos y cada vez le costaba más adquirir la mercancía, como ellos decían. Todo era un círculo vicioso, para Ramón sólo tenía sentido la droga, no había nada más. La relación con su familia era inexistente, menos con su madre, al pie del cañón intentaba salvar la vida de su hijo; sin embargo era del todo inútil. Un día, la intimidad del lavabo de un bar le sirvió para nuevamente coger la goma elástica, apretarla al brazo para que se le dilataran las venas, la cucharilla con la heroína, la llama calentando la misma, la jeringa entrando en su brazo... Su cara como tantas veces se fue transformando en aquella mezcla de placer y tristeza; aunque esta vez no era igual, sus ojos se abrieron adquiriendo un rictus de espanto difícilmente explicable. Intentó gritar; no pudo, su cuerpo se fue desplomando, perdiendo el conocimiento al instante, todo se acababa, todo... Despertó en un hospital, estaba vivo, alguien lo encontró y lo pudieron salvar en el último segundo. Aquello seguramente significaba algo. La vida le daba una segunda oportunidad.

13 comentarios:

casss dijo...

Fui siguiendo paso a paso la caída de Ramón. Ojalá tenga y pueda aprovechar esa oportunidad. Lo más frecuente es la caída, el pozo,
el círculo sin salida. Pero por la historia personal de Ramón que nos relatas, merecería tener otra chance.
Gusto verte.
Te dejo un abrazo y buen sábado literario!!

Natàlia Tàrraco dijo...

Ramón, caida en el tobogan ¿es culpa tuya, nada más? Te comprendo; esta segunda oportunidad te sabe amarga, a injusta. Dices: ¿Es mi culpa? Si, pero...¿quien hay detrás, quien se lucra y lo permite, por qué he llegado hasta aquí???
O damos un vuelco o de Ramones a millones...que es el caso. He aquí el dilema sin segunda oportunidad de no ponerle remedio.
¿En qué falla esta sociedad?
Dura vertiente de la realidad con preguntas sin resolver. Te felicito Mª Carmen, por plantearlas, o así me lo parece. Un bsito.

Teresa Cameselle dijo...

Una historia tristemente conocida, pero no por ello deja de ser terrible de leer, aunque esta vez con un final esperanzador.
Un beso, Carmen.

Celia Álvarez Fresno dijo...

Hola.
El relato es extremadamente duro. La droga siega las vidas poco a poco, y a menudo, las segundas aportunidades, no existen.
Enhorabuena por este escrito. Me parece muy bueno.-
Un beso

Ardilla Roja dijo...

Una historia demasiado habitual, por desgracia; aunque en este caso teñida de esperanza. Ojalá que Ramón aproveche bien esa nueva oportunidad.

Un abrazo, Carmen.

NADA dijo...

De todo se puede salir con ayuda y voluntad. Siempre existe la posibilidad de UNA NUEVA OPORTUNIDAD para Ramón y para todos.
Saludos esperanzados.

NADA

tag dijo...

Tremenda la historia.
No por habitual y conocida es menos escalofriante y desgarradora.
La droga es la peste de nuestro tiempo.
Ojala, al menos algunos tengan esa segunda oportunidad.

Un besito

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Gracias por vuestro el comentarios. Todo el mundo se merece una segunda oportunidad.
Un abrazo

María José Moreno dijo...

La de veces que he pensado, cuando he visto a este tipo de cicos, qué necesitarian para cambiar. Y es cierto, la muerte cercana, a muchos de ellos le lleva a intentar modificarla, unos lo consiguen y otros no,pero por lo menos lo intentan, es lo importante.
Duro y real relato.
Besos Carmen y otra vez te pido perdón, por no sbirte al bus a su hora

mar... dijo...

Hola Carmen,
triste tu relato, una historia que todos conocemos aunque con una esperanza al final que ojalá sea debidamente aprovechada.
Mi deseo es que hubiera muchos Ramones con una segunda oportunidad y que la aprovechasen para poder comenzar a vivir la vida y dejar vivirla a sus familias que sufren con ellos
Me ha gustado mucho
Un beso de Mar

Anónimo dijo...

Durísimo Carmen, cuantos pobres Ramones tenemos rodando por el mundo, lastima que desean esa oportunidad cuando todo es un caos.

Saludos.

rosa_desastre dijo...

Para no hacerse preguntas... ¿quien mueve los hilos?, ¿que nos arrastra?
¿quien nos destruye?
Borrar, romper, limpiar y abrirse a una segunda oportunidad...
Un beso

CARMEN ANDÚJAR dijo...

La verdad es que el que consume al fin y al cabo es el que menos tiene la culpa;pero es bueno que se den cuenta a tiempo y consigan cambiar
Un abrazo a todas.