Dolores regresó a su pueblo después de casi veinte años
sin pisarlo, ya no tenía nada que la
retuviera allí. Su madre nunca la comprendió, demasiado rebelde para
ella; pero había regresado porque su madrina, su madrina del alma dejó este
mundo. Miles de imágenes aparecían en su retina recordándola mientras se
acercaba a la casa en la que pasó mucho más tiempo que en la de su madre.
Al pasar el lindar de aquella
puerta de madera añeja, miles de olores llegaron a su pituitaria. El olor de
vainilla de aquellas natillas, nunca más probó otras igual. El pan recién
horneado aún olía en la cocina, que se mantenía como el primer día, con los
pucheros de porcelana roja encima de aquellas fuertes repisas de madera, que
adornaban la estancia.
Lo primero que hizo fue sentarse
en una de las sillas de la cocina, recostó su cabeza en la pared, cerró los
ojos y comenzó a recrear su infancia. Allí
se encontraba con siete añitos ayudando a su madrina a preparar las
natillas, no dejaba ni que se enfriaran, y su tía, su pobre tía le daba un
pescozón para que no lo volviera a hacer. Como la añoraba, y ahora, aquella
casa sería suya. La pobre, sólo la tenía a ella de familia. Estaba triste y
contenta a la vez, aquella casa significaba mucho para ella. Seguro que a
partir de ahora no tardaría otros veinte años en regresar, seguro que no.
17 comentarios:
Entrando en tu relato, se puede oler toda la infancia del personaje.
Pocas cosas, no devuelven al tiempo de los recuerdos, como lo cuentas tan cálidamente.
Un fuerte abrazo, Carmen, y gracias por tu participación!!
Tiene sentido que te unas a la propuesta, que se trata de mezclar arte con las sensaciones.
Suele darse lo de encontrar comprensión y afinidad en alguien que no es familiar, pero podría serlo.
Ese olor a natillas, yo creo que ha sido el de muchas infancias...hay cosas que no se olvidan...y tú lo has recreado a la perfección...
Besos y abrazos
Buenas tardes, Carmen:
El olfato es el sentido que, de manera más subconsciente, despierta en mi los recuerdos, ya sea en una calle abarrotada o en lugares solitarios como el que tan bien describes.
Felicidades por tu gran relato, Carmen.
Los aromas suelen ser un llamado vital para la memoria. Tú has abierto las puertas al pasado, a los recuerdos entrañables y gratos, haciendo de aquellos olores una ráfaga de momentos inolvidables, sabrosos y queridos.
Besos!
Gaby*
Gracias Cass, Demiurgo, Max, Nino y Gaby. Esas sensaciones no se olvidan facilmente.
Un abrazo
Nos compartiste una linda historia que refleja claramente a los sentidos a través de la Historia. ¡saludos Carmen!
El olfato es ese sentido que nos marca y nos impregna para siempre. Por eso conservando el olfato se puede recuperar veinte años de pasado. Un abrazo
Gracias Lao y Ester. Esos olores son inolvidables.
Un abrazo
Qué lindo relato, la añoranza de la infancia, los olores y colores que nos han dejado recuerdos tan marcados en la memoria. Me encantó!
Un beso y Muy felices Pascuas!
Conozco el mágico poder de traslación que otorgan los aromas... muchas veces logro llegar hasta mi infancia gracias al aroma de las especies de cocina, hasta un viejo cajón de madera en la cocina de mi abuela.
=)
Encantador relato que nos abre las puertas a través de la niñez de tu protagonista. Recuerdos de aromas que no se borran de la memoria. Buen relato, Carmen.
Un beso
Enfrentarse con las cosas que parecían olvidadas, que dormían en la memoria.
Qué bonito recordar esos aromas, y ver esas cosas que nos acompañaron de pequeños...
Muy entrañable tu relato, me gusta mucho.
Montón de besos
Gracias Sindel,Carmen, Yessy y Neo. Esos olores nos acompañan siempre.
Un abrazo
Sensaciones olfativas que la hacen reetornar hacia los felices días de su niñez. Muy bonito tu relato, Carmen.
Un fuerte abrazo.
¡Ay la infancia... es fuente de nuestras emociones nostálgicas...
Un cariñoso texto con sabores recuperados. Muy explícito y emocionante.
Besos... Nos vemos.
Publicar un comentario