DESDE EL CORAZÓN

Sentada aquí enfrente del ordenador, las palabras se arremolinan en mi cabeza y se empeñan en no salir, y cuando lo hacen , tienden a mezclarse con tantos pensamientos que me dejan la cabeza un poco sin respiración, si se puede utilizar esta expresión. ¿por qué no? No me gustan las expresiones llenas de verbos rimbombantes, obnubilarse, ribetearse, emponzoñarse, y yo que se que más palabras acabadas en “arse” y otras que no se me ocurren, a mi no me van, no las siento, no las puedo utilizar.
Mi hija me dice que esta novela que acabo de realizar, -que si, que por fin la he acabado, y que no se que destino tendrá-, es muy fácil de leer, y no como otros libros, que cada página se la ha de leer dos o tres veces para sacar algo en claro. Muchas veces pienso: ¿Será bueno ser tan llana? Y yo misma me respondo: Escribo para transmitir y para que la gente entienda lo que está leyendo. Aun así, me es difícil negar que también es interesante utilizar un lenguaje floreado sobre todo en poesía; pero si yo lo hiciera, me transformaría en otra persona. Siempre me acuerdo de algunos libros que me hicieron leer en la facultad, y que yo comentaba: ¡Madre mía , no entiendo nada!, uno que se llamaba...”La epistemología de la semiología en la psiquiatría” o algo así, ya el título asusta; pero es de lo que más me acuerdo; porque de su contenido ni idea. Desde luego ha de haber temas de todo tipo, ensayos, investigaciones, estudios, novelas, poesías, en fin, que cada temática tiene sus lectores; pero yo si es para divertirme o relajarme, o incluso aprender, prefiero la novela, costumbrista o histórica, me lo paso bien que queréis que os diga, soy así. En esta novela juvenil que he escrito y que me ha costado muchísimo acabar hay un trocito de mi, de mi corazón y de mis fantasías porque no decirlo, tengo muchas y espero que aunque sea viejecita siga conservando esta imaginación.
Cuando Mª José propuso este tema que escribiéramos desde el corazón, dudé, ¿Qué pondré? Porque a veces interpretamos, nos ponemos una máscara y utilizamos más la razón que el corazón; y de vez en cuando es bueno dejarse llevar y entrar en una catarsis de vocablos, sin pensárselo mucho, aunque nos arrepintamos. Poner el alma en cada frase, en cada pensamiento, y seguro que de esa manera se transmite mucho más que de cualquier otra forma. Y eso es lo que he intentado, dejarme llevar, no se si lo habré conseguido.