MERCADOS TRADICIONALES
Lo que siempre me ha maravillado de los mercados son los dependientes,
dependientas y los colores que dominan, sobre todo en la fruta. Aquí tenemos
tres mercados tradicionales, reformados porque al lado de dos de ellos, han
colocado un supermercado de esos grandes, supongo que los empresarios no se
quieren pillar los dedos, y piensan que sino ganan dinero por el mercado, lo
harán por el supermercado.
Algunas dependientas llevan
recogidos con unos gorros curiosos y un delantal casi siempre blanco.
Las pescaderas con aquellos guantes de plástico y los pescados muy bien puestos
como si de un escaparate se tratara. En la pollería también venden huevos, casi
todos de color, aunque antes dominaban los blancos, al menos aquí en mi
población. La verdad es que no sé cuando comenzaron a haber más de color que
blancos; pero poco a poco les ganaron la partida. Cuando llegamos a la
frutería, el color manda, y es mi debilidad, sobre todo ahora que hay tanta
variedad de fruta, con las tropicales como los mangos y las papayas, es una
maravilla, manzanas amarillas, verdes y rojas, los naranjas como las propias
naranjas y las mandarinas, las peras verdes o amarillas, las ciruelas granas,
en fin, colores por doquier y gran cantidad de texturas, lisas, ásperas,
rugosas, etc. Después encontramos la parada de las legumbres cocidas a granel,
y secas, ahora que venden todo en botes, es curioso que se mantenga. También
domina el color en la parada de pastas, muchas envueltas en papeles de colores,
todas a granel, buenísimas, y las diversas paradas de carne y casquería que
tienen bastante público, es una de las preferidas junto con los embutidos.
La verdad es que no conozco ninguna anécdota, solo de oídas, sobre todo robos
de monederos. Las mujeres hablan bastante, y son las que predominan en las
compras de mercados, a veces van con los maridos; aunque es verdad que poco a
poco se ven más hombres; pero ellas
siguen dominando. Llevan el cesto típico, a veces abierto, dentro el monedero,
que se convierte en una golosina para los cacos, que te lo roban sin darte
cuenta.
Los mercados tienen vida propia y aunque yo no soy muy
asidua, espero que no desaparezcan nunca, son algo intrínseco de las ciudades y
le dan mucha vida, y además suelen tener diseños bastante singulares. Aquí en
Santa Coloma, de los tres que tenemos, uno lo han reformado, es el mercado
Sagarra que data de 1934, con unas fachadas de estilo noucentista, con un
acabado que alterna el ladrillo visto y el estuco, tiene cerámica vidriada y
molduras rectas. Esta protegido como patrimonio histórico y forma parte de
nuestra historia.
MÁS MERCADOS EN CASA DE LA BITÁCORA